Fue la semana más densa de todas.
Nunca me imaginé que estar al día con todas las materias chupara tanta energía vital. Y a eso se le sumaba la ansiedad creciendo y creciendo, que tuve durante todos estos días, con la anticipación de que Bruno venía.
Así que cuando llegué el viernes a casa, caí rendida en el sofá.
No tenía ganas ni de comer. Estaba sola porque mamá y Osvaldo se fueron a una escapada romántica de fin de semana. Me dejaron comida para recalentar pero sólo tenía ganas de dormir.
Cuando abrí los ojos, era tardísimo, el reloj marcaba las diez de la noche. Había olor a pasta y tenía una cobija tapandome ¿Volvió mi vieja?
Me levanté rápido pero al hacerlo, me mareé y tuve que quedarme unos segundos quieta hasta que se me pasara. Bruno se me acercó, con un delantal lleno de harina y una cuchara de madera en la mano.
- ¿Qué hacés acá? -le pregunté, todavía un poco mareada.
- Logré venir antes -y me besó en la mejilla.
Sonreí para mis adentros y lo seguí, mientras él daba pasos largos para llegar a la cocina.
- No sabía que cocinás.
- Me encanta, es como una terapia.
- Mirá vos, nos vamos a llevar bien.
- ¿También te gusta cocinar?
- No, pero para mi es una terapia comer. Así que hacemos buen equipo.
Terminó de cocinar y comimos. Estaba muy rico pero yo no tenía hambre, al menos no de eso.
- Me voy a bañar -dije mientras me levantaba.
Bruno asintió y se quedó mirando la tele. Pero cuando ya estaba en la ducha, mojándome el pelo, la puerta del baño se abrió y entró él. La mampara de vidrio me dejaba ver completamente y entré en pánico. Me cubrí como pude con mis brazos, pero antes de que pudiera decir algo se sacó la remera y ya no necesité decir nada. Se quitó los zapatos, el pantalón y luego su bóxer.
Dejé que mis manos caigan a mis costados y un quejido se escapó de mi boca. Sonrió fugazmente y entró conmigo. El agua golpeaba sobre nuestros cuerpos y él se acercaba más y más a mí y me rodeó con sus brazos.
Sentía el corazón muy acelerado, como si se me fuera a salir del pecho. Me tomó con ambas manos por las mejillas y levantó un poco mi cara para besarme profundamente. Le respondí el beso. Agarró mi mano y la llevo hasta su miembro. No sabía bien qué hacer pero me sorprendió que estuviera tan duro. Lo escuché gemir y eso me gustó. Usó mi mano para tocarse y cuando supe como seguir, me dejó hacerlo sola.
Me arrodillé en la ducha y me lo metí todo en la boca. Sentí como se puso más grande al hacer eso. No estaba segura de lo que estaba haciendo pero él había cerrado los ojos y supuse que lo estaba disfrutando. Me agarró del pelo y comenzó a moverse él, atragantándome pero teniendo cuidado al mismo tiempo. Estuve un par de minutos en esa posición y luego me incorporé para besarlo y seguir tocándolo. Luego de unos segundos me mordió los labios y gimiendo, acabó.
Terminamos de ducharnos y pasamos el resto de la noche charlando y mirando Bones.
ESTÁS LEYENDO
The boy next door
ChickLitJanna tiene dieciséis y una madre que volvió a enamorarse luego de un devastador divorcio y que ha decidido vivir con su nueva pareja. Ella está siendo empujada a dejar atrás su hogar y mudarse a otra ciudad, a una nueva casa, una nueva escuela y un...