Krampus [DESTINY]

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Este relato lo realizó xDestinyBrooksx en un desafío del grupo de WhatsApp, y salió ganadora entre otros 14 escritos más.

¡Disfruten que no tiene desperdicio!

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Samuel no era el mejor niño de la casa. Últimamente, por culpa de las molestias de los niños de su calle, no se encontraba del mejor humor posible. Molestaba a su hermana menor rompiendo sus juguetes, le respondía de malos modos a sus padres e incluso lo habían escuchado insultar más de una vez.

La nieve, blanca y hermosa, caía lentamente por su ventana a la hora de levantarse. El gran recordatorio de que pronto sería navidad y con eso mismo llegaban los regalos. Un auto de carreras a control remoto rondaba en su mente cada vez que pasaba por el árbol, esperando atentamente la llegaba del sujeto con barba blanca para que pudiera dárselo, pero esa noche, antes de irse a dormir, las cosas fueron diferentes.

Su mamá y su papá habían salido de la casa, y como habitualmente hacian los habían dejado a él y su hermana menor, Amanda, con su abuela.

En frente de la chimenea, mientras escuchaban las llamas del fuego arder y comían galletas su abuela decidió contarles una historia para tener en cuenta.

—Hoy es su día —murmuró—. Espero que se hayan portado como buenos niños.

Amanda la miró confundida, esperando a saber que estaba balbuceando su abuela, pero al no escuchar nada codeó a su hermano para que él mismo pudiera exigir una explicación.

—¿Qué? —protestó Samuel mirando a su hermana y ella le señaló a su abuela.

Amy era una niña muy timida y aunque se tratara de un familiar que solia ver con frecuencia no se animaba demasiado a cuestionar a los mayores.

—¿Qué estas diciendo abuela? —preguntó de mala gana Samuel.

—Krampus —respondió ella con los ojos en las llamas—. El castiga a los niños que se comportan mal, los lleva a... a lugares malos.

No podia decir las palabras, no frente a niños pequeños. Lo que menos queria su abuela era volver a ser regañada por hablar de ciertos temas con los niños... otra vez.

—¿Qué tipos de lugares? —dijo Samuel ahora con más interes.

—Solo importa que se hayan comportado bien —protestó su abuela—. Santa otorga, Krampus castiga, son una balanza.

Esa noche mientras Samuel miraba por la ventana comenzó a sentirse extraño. Tenía diez años y entendía como eran las cosas, Krampus no existía, eran probablemente alguna de las muchas tonterías que se inventaba su abuela o incluso sus padres. Ni siquiera el mismísimo Santa existía.

—Son tonterías —se dijo a si mismo.

Debía dormir, a la mañana siguiente sería navidad, necesitaba recuperar fuerzas para poder ver aquel auto de carreras reposando frente a su árbol.

Lo primero que se escuchó fueron pasos, luego golpes y por ultimo un cruel gruñido que venia de la cocina. Samuel murmuró algunas tonterías mientras frotaba sus ojos.

—Ratas —afirmó—. Son ratas.

Miró por la ventana y notó la cruel nevada que había afuera. De tan solo observarla ya comenzaba a tener frío.

—Es de noche...

Miró su puerta entre abierta —tal como la dejaba su madre por si quería levantarse durante a la noche para ir al baño y no hiciera ruido— e intentó volver a cerrar sus ojos y dejarse llevar por el sueño.

Los ruidos molestos volvieron a escucharse. Cadenas, campanas, pasos.

Ratas. Ratas. Ratas.

Mientras más lo repetía menos creíble sonaba.

Bufó frustrado al no poder dormir y se levantó de su cama dispuesto a ver que era el molesto ruido de las cocina. Pero apenas sus pies estuvieron en el suelo se escucharon pasos que venían a su cuarto.

Su corazón comenzó a palpitar, sus manos a temblar y volvió a acostarse en su cama fingiendo estar dormido mientras el ruido de las cadenas se hacían más fuertes.

Ladrones, tenían que ser ellos. Pero... ¿Qué clase de ladrones tienen cadenas consigo?

La puerta entre abierta de su cuarto comenzó a abrirse y a Samuel no le quedó de otra que cerrar sus ojos con tanta fuerza y obligarse a si mismo a quedarse quieto.

Entonces lo peor que podía suponer pasó y sentía un respiración cerca de su rostro.

No abras los ojos. No abras los ojos. Comenzó a repetirse, pero cuando lo arrojaron de su cama no pudo evitar hacerlo.

Frente a él había una criatura de aspecto parecido a un fauno, pero más temible. Una canasta estaba colgada en su espalda y lo que parecía ser un objeto de apariencia a un rastrillo en la otra.

Samuel quería gritar, llamar a sus padres, correr. Pero antes de que pudiera hacerlo una mano fue a su boca y una cadena a su cuello, ahorcándolo levemente y llenando su cuerpo de un dolor inigualable.

—Krampus —susurró.

La bestia de apariencia demoníaca no emitió ningún tipo de sonido para negar a sus palabras y siguió con su trabajo.

Tomó el cabello de Samuel y lo arrastro por los suelos, luego las escaleras y finalmente se detuvo en la chimenea. En ese momento el niño ya estaba golpeado, y con una leve cortada en el brazo producto de intentar golpearlo. Por más que gritara o llorara su voz se escuchaba áspera y baja. Así sus padres no iban a venir.

Dio una mirada a lo que antes había sido su hogar y lo ultimo que sus ojos lograron captar fueron los finos copos de nieve cayendo desde la ventana.

Krampus observó al niño y golpeó su cabeza dejándolo inconsciente. Abriendo el portal hacia el inframundo y llevando al niño donde debería estar, junto a sus molestos chicos de la cuadra que solían colocarle apodos ofensivos.

Santa otorga. Krampus quita.

Y esa noche le había quitado a sus padres un hijo, a la abuela un nieto y a Amy un hermano.

La cama vacía a la mañana siguiente había llenado la casa de escándalos, la sangre en el suelo otorgo llanto y el árbol cerca de la entrada les recordó que pronto seria navidad. Una navidad vacía, con llanto y lamentos, que Santa iba a intentar callar con regalos, regalos que nunca sirven de nada.

Relatos Cortos | Santucho, Higlak y YaxleyWhere stories live. Discover now