VII

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Dolor:Capítulo 7

La salud de su padre había decaído  mucho tras la muerte de su madre, y con la guerra y la escasez de medicamentos, había empeorado muchísimo más.

No le hacía falta estar muy enterada en neumología para saber que lo que había empezado siendo un pequeño resfriado, ahora era una sentencia de muerte.

Intentaba con todas sus fuerzas no mostrar el inmenso dolor que se había apoderado de su interior en las últimas horas, pero le era prácticamente imposible.

Observaba al señor que le había criado a través del cristal que comunicaba con su habitación.

Su piel había tomado un tono enfermo mucho más llamativo, la barba que le caracterizaba ya no tenía orden ni armonía, solo era un manojo de enredos que denotaban el tiempo que hacía que no visitaba a uno de esos barberos que en minutos te dejan como un pincel.

Sus ojos...eso sí que eran una representación del final. No quería aceptarlo pero luego miraba esos orbes marrones y se daba cuenta de que como todo en la vida, lo que tiene un comienzo, siempre tiene un final.

Las lágrimas eran un acto involuntario que no podía frenar.

Parecían un medio para dejar de sentir ese ardor constante en el pecho, aunque ella sabía perfectamente que aquello que sentía sería mucho más difícil de olvidar.

Aquel era su padre y aunque le doliera, quería ser honesta con él. No pretendía entrar ahí y hacer parecer que todo seguiría como siempre, ambos sabían que eso no sería así.

Sus zapatos resonaban al ponerse en contacto con el frío suelo, junto a sus sollozos, eran los únicos sonidos que ocupaban el silencio.

La puerta de madera desgastada crujió un poco al ser abierta, lo que hizo que el hombre se apartara de sus pensamientos y mirara hacia aquella dirección.

-Janeth...cariño-trató de sentarse en la camilla, pero su cuerpo ya casi no respondía, sólo le quedaba toser y esperar tener el tiempo suficiente para despedirse de su hija.

-Padre-la joven morena corrió hacia él mientras sus lágrimas nublaban su vista.

Se sentó a su lado en la única silla de la habitación.

-Se fuerte hija mía, como siempre lo has sido y como sé que puedes serlo...ahora más que nunca.

-No puede pedirme eso padre, no puede hacerlo-un sollozo salió de lo más profundo de su ser-no tengo a nadie en este mundo, no podré seguir...

-Si que podrás hija mía. No te hace falta nadie para seguir adelante-tosió mientras sentía que se quedaba sin aire poco a poco-tu puedes ser tu todo, no quiero que pienses lo contrario.

-Pero padre...

-Hija mía-la garganta del hombre picaba cada vez que tosía-necesito saber que estarás bien...

No lo estaría. Janeth tenía eso muy claro.

-Lo estaré padre-agachó la cabeza y se pasó las manos por la cara tratando de quitar el rastro de su llanto.

Todo acabó en los instantes siguientes.

Tan pronto el hombre respiraba como dejaba de hacerlo y con ello, sellaba el comienzo del final de su hija.

Capitán [Steve Rogers]Where stories live. Discover now