Huida en la enfermedad

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Cuando la vida no pude sorprenderte más, llega como un puto huracán para decirte que estas equivocado, que las cosas no son como parecen, que las cosas no suceden como queremos, nuestros planes por más que lo planeamos meticulosamente siempre se cruzan con inesperadas situaciones que nos hace desviar el camino y así el futuro va cambiando, sin darnos cuenta llegamos al punto opuesto.
Cuando me di cuenta de quién estaba frente a mí no pude evitar quedarme perplejo por un instante, nervioso y furioso a la vez, tuve unas ganas repentinas de hacerme fuego e incendiar todo el lugar.
Qué carajos hace Emma aquí? Grité para mi fuero interno, imagine que destrozaba las paredes a puñetazos limpios.
* Contrólate Khaled, respira, no dejes que te afecte, haz como que no ha pasado nada, vamos reacciona! Quería que uno de esos tios gigantes de fútbol americano me embistiese y me hiciera reaccionar con un golpe limpio en la cabeza, sin embargo lo único que hice fue soltar todo el aire que llevaba conteniendo sin darme cuenta, acudí a todo mi autocontrol, repitiendo mil veces en mi cabeza. * Sigue mostrándole tu odio se lo merece.
Con todo el esfuerzo que me fue posible disimulé estar tranquilo, continué como si no hubiera pasado nada, trate de mostrarle con la expresión más fría que pude fingir que no hiciera nada, que se quedara callada ahí dónde estaba, le clavé los ojos directamente a sus pupilas dilatadas para que ni se moviera, para mi agrado conseguí en respuesta una expresión de terror y sus ojos se abrieron de par en par sin entender qué coño estaba pasando porque en ese momento ya se abría dado cuenta de quien era yo en realidad, es más, el terror en sus ojos y la expresión de sorpresa es porque al escuchar mi verdadero nombre sabía muy bien quien soy y lo que hizo, estaba completamente en shock, se le cayó un libro del montón de traste que había en su pupitre, al ver que no se movía decidí ir a por el puto libro y tendérselo, me acerqué lo más tranquilo que pude porque no podía evitar el sentirme nervioso, y sin querer rose mis dedos con los suyos y pude sentir un escalofrío enorme recorrerme desde mi miembro hasta los abdominales, a pesar que la odiaba con todas mis fuerzas no podía evitar ver lo jodidamente hermosa que estaba, bronceada, su piel brillaba destacando sus ojos azules grandes como los de una bella lechuza, su cabello rubio largo y sus ondas le daban un toque de mujer único, había cambiado mucho, todo en ella cambió, por lo poco que vi estando allí sentada su cuerpo estaba espectacular y sería una tortura no poder mirarla todo el tiempo, no conseguía entender esas ganas irracionales de hacerla mía a toda costa, y en ese momento me di cuenta que mis ganas de usarla toda una noche y dejarla desnuda en una cama llorando de amor por mí aún se encontraban vivas, ardiendo como una hoguera, ese labial rosa y el dorado en sus mejillas, dios! Moriría por saber qué se siente terminar en ese rostro delicado, cubrir esas largas pestañas y esas pocas pecas que se formaron en su nariz por tanto sol con mi orgasmo.
Una corriente nerviosa inexplicable recorrió mi nuca hasta la parietal de mi cabeza, cuando sentí su perfume, recuerdo haber saboreado ese perfume la noche en que la hice mía, y desde esa noche ese olor se quedó impregnado en mí para siempre, ya no sería igual olerlo en otro lugar, ella no saldría de mi cabeza,  jamás mientras ese perfume existiera y alguna simple mortal lo usara.
Conte en medio minuto cien veces hasta mil, hasta imagine mí equipo de futbol jugando para no pensar en las ganas de desnudarla y lamer cada centímetro de su cuerpo, la sien me dilataba, eso no estaba bien, la vida se me había cagado una tercera vez, qué carajos haría a partir de ese momento? Qué haría con Emma White?
* Mataré al carbón de Albert!
Continue con mi clase, como siempre el grupo de primer semestre, un montón de chicos de todo tipo, lo que no puedo evitar nunca es el grupo de chicas que me la quieren dar, si supieran que las niñas no me interesan.
Joder...
Emma ya no se veía como una niña, era lo único que me mantenía lejos.
Joder...
Esos pechos...
Pensaba todo esto como un idiota mientras escribía algunos datos en la pizarra, de no ser por sabérmelo de memória estaría dibujándola desnuda como el jodido Jack en Titanic.
Tres horas de tortura, y no daba más, esos siguientes treinta minutos restantes los mandé al carajo, jamás dejo pasar mi hora, ni un solo minuto de mi clase, pero tenía que ser esa condenada mujer.
- Pueden salir continuaremos en la siguiente clase. Sentencié con evidente fastidio.
En cuestión de segundos la clase quedó completamente vacía a excepción de una persona.
Joder...
- No es hora, vete por favor Emma.
- Mike, yo.
- Que no soy Mike, joder...
- Pero, por...
- Que te vayas.
Apunte con la mano derecha hacía la salida, pude ver sus hermosos ojos llenarse de lágrimas, no sé por qué me afectaba tanto, una persona como ella no merece la pena de nadie.

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