Sublimación

If i get high enough

Por alguna extraña razón sentí pena, y no entendía porqué, estaba tan confundido hasta desorientado diría, hacerme el duro frente a ella no me costaba pero la realidad era otra, me sentía como un niño ansiando sus caricias, que me tranquilice tocándome el pelo con sus manos pequeñas y suaves, me la imaginaba dándome besos en la frente y que eso me tranquilizaba pero ella era un veneno, debería de odiarla y no pensar en sus caricias, tomé mi maletín y fui directo a mi apartamento, por el camino iba nervioso deseando matar a Albert.
Estaba completamente hecho un mar de ansiedad, sentía que me ahogaba, entré a mi biblioteca y me senté por un buen rato, creo haber llegado a la mitad de una botella de whiskey hasta quitar del cajón la maldita foto, se veía feliz y sonriendo de oreja a oreja, el diminuto bikini color negro que llevaba puesto mostraba a una Emma diferente, esta se veía sexy, des inhibida, completamente lo opuesto a lo que se había mostrado ante mí, lo que me producía aún más ira y celos de lo que debería, el deseo de venganza carcomía todo mi ser, juro que lo intenté, jure a Albert alejarme de ella para no cometer ninguna atrocidad después de lo que le hice pero el muy hijo de puta tenía que haberla traído justo aquí, joder!
El la rodeaba con sus brazos y ella acariciaba su rostro, el pequeño tatuaje con forma de corazón detrás de la oreja podía verse con claridad, un corazón de color negro, negro negro como el suyo.
Esa misma noche después de encerrarme en mi departamento y beberme no sé cuantas copas de whiskey  llame a Ariadna, una bella mujer que me hacía olvidar por un rato a mi tormento llamado Emma White, pero esa noche fue distinta, de todas las veces que si bien no era la mujer a quien quería poseer al menos conseguía distraerme con su largo cabello negro en ondas y sus labios rojos, esa noche ni sus ojos azules y sus pestañas largas mientras me practicaba sexo oral pudieron quitar la imagen de una rubia bronceada, estaba completamente bloqueado, no conseguía llegar al orgasmo por más que me aferraba a la cintura de avispa de esa mujer, ni sus pechos perfectamente operados conseguían hacerme sentir nada, aquello era un absurdo, tremenda mujer y mi puto pene no respondía, era ella a quien buscaba, alce la cabeza y la lleve lo más que pude hacia atrás, la tomé de sus cabellos y cerré los ojos con fuerza imaginándome a Emma en su lugar, de algún modo hasta recreé su perfume desde el inconsciente, me la imagine ahí arrodillada como Ariadna lo estaba, ni siquiera la textura de sus cabellos llegaban a parecerse a los finos y suaves cabellos de Emma, Ariadna tenia el pelo grueso y un tanto áspero, sus gemidos un tanto exagerados por segundos me desviaban del la película que estaba montando en mi mente, sus uñas arañándome el pecho definitivamente no me gustaba, buscaba la inocencia de Emma, a pesar que sabía muy bien que no lo era, Emma no era ninguna inocente más bien una muy buena actriz.
El alcohol y el comportamiento de actriz porno de Ariadna me lo puso todo más difícil aquella noche pero en un segundo que alinee mis pensamientos juntos con mis sensaciones y el repentino silencio de Ariadna conseguí hacerlo, y en parte fue estupendo liberar con todo ese estrés pero como muchos sabrán no es lo mismo ver una película sin palomitas.
Ariadna no sentía nada por mí ni por nadie y eso me sentaba bien, lo único que le importaba era el dinero, las joyas y esas cosas de mujeres sin propósito, podía utilizarla a mi antojo y con un regalito que le enviaba unos días después quedaba contenta y dispuesta a la hora y día que la necesitaba.
Luego que se marchara tomé una de esas duchas largas para limpiar el alma, y al salir no pude evitarlo, eran las cuatro de la madrugada y marqué su número, no me importaba una mierda la hora.
- Hola * Contesto confuso
- Tío eres un jilipollas!
- Ahora qué he hecho?
- Cómo se te ocurre traer a Emma a mí campus?
- Cómo?
- Que yo enseño allí.
- No jodas...
- Te lo avisé un montón de veces, a partir de ahora no me culpes por lo que pueda pasar entre ella y yo, porque no me hago responsable de mis impulsos. * Colgue.