•Termino Y Empiezo Contigo•

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-¿Estás enojado?

-¿Porque lo estaría?

-¿Mah no notó la marca del cuello?

-Aún no. He tenido que usar esa bufanda todo el día, y todos los días.

-Lo siento.

-Da igual, ya no te preocupes.

-Mañana es 31...

-Esta vez tendré que ir con Mah y su familia, discúlpame.

-Está bien, lo entiendo.

-Prometo ir el dos para pasar el rato juntos.

-De acuerdo. De cualquier forma, Andrés vendrá. Festejaremos juntos.

-Guay, ¿Y Sara?

-Estará con su novia y familia, al igual que tu.

-Bueno, tengo que colgar. Hablamos luego.

-Vale, te amo.

Lutfi colgó y guardó el teléfono en el bolsillo de sus jeans. Mah volvió al lugar donde se encontraba su novio y el carrito de compras. En sus manos, una botella de vino y un moño plateado. Marina colocó ambas cosas dentro del carro y siguieron andando.

-¿Qué más deberíamos llevar, cariño?- preguntó la chica observando los alrededores.

-No lo sé. ¿Qué hará tu mamá de cenar?- se encogió de hombros.

-Dijo que no se esforzaría demasiado- contestó a la vez que paraba el carro- Supongo que hará sopa seca y milanesas-.

-Podemos llevar otra botella de vino, no sé me ocurren más cosas para la "gran" cena de tu madre- rodó los ojos.

-Llevaré estos chocolates, como un regalo- dijo mientras veía la etiqueta de un jarrón lleno de chocolates con nuez dentro- Le encantarán-.

-Esperemos que así sea- respondió con indeferencia.

Mah resopló y volvió a colocar dentro los chocolates.

El camino hacía la caja fue silencioso. Luh llevaba el carrito con desgana, y Marina solo lo veía de reojo.

Al llegar, Mah pusó las cosas sobre la cinta. La cuenta fue de 28 euros; y Luh se vio obligado a pagarla.

El castaño recogió las bolsas y caminó hacía la salida junto a Mah, quien lo detuvo después de unos cuantos pasos.

-¿Pasa algo? Actúas extraño- reprochó.

-No, solo estoy cansado-mintió.

-¿Desde ayer? Ni siquiera quisiste que...- bajó la voz y se acercó al rostro de su novio para que nadie más los pudiera escuchar- lo hiciéramos, ya sabes-.

Lutfi suspiró frustado- Podemos hacerlo después. Tiempo es lo que sobra-.

Marina bajó la vista y frunció la boca en una rara mueca. El mayor no quisó llamar la atención, así que la abrazó y besó su cabeza. Al separarse, Mah le regaló una sonrisa, a lo que el otro solo asintió. La tomó de la mano y se dirigieron al estacionamiento.

Subieron las cosas a la cajuela de auto y luego de unos minutos, arrancarón el auto para irse a casa.

Tenían que empacar un poco de ropa y dormir temprano, pues mañana abordarían el primer tren que saliera hacía el pueblo donde vivían los padres de Marina.

Miedo A Ser Feliz- Gonuh.Where stories live. Discover now