Fuegos artificiales

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Llegaba tarde y lo sabía. Lamentaba no haber gastado su dinero en un auto nuevo, puesto que la camioneta que poseía sólo lo dejaba acelerar a 60 km/h; era una extraña anomalía y, a pesar de que la había llevado al mecánico innumerables veces, nunca llegaba a reparar el fallo porque eso le suponía una gran suma de dinero que no poseía.

Lo bueno de esa vieja camioneta era la parte trasera, en la que podía cargar varias cosas. En esta ocasión no transportaba bolsas o cajas, sino algo que tenía un gran valor para él y que recién había adquirido: un juego de pirotecnia de lo más exclusivo. Cierto era que, al ser exclusivo, le valió más que uno normal, pero de igual manera no sentía ningún remordimiento, ¡en horas se reuniría con su familia en la granja a la espera del Año Nuevo! Quería que fuera la mejor celebración de su vida, pues quizá sería la última que pasara con su esposa y sus hijos antes del ya previsto divorcio.

Su esposa, meses antes, le prohibió gastarse el sueldo en algo tan dañino como eran los fuegos artificiales; además, el menor de sus hijos les tenía pánico por el estruendo que hacían al dispararse. Era tan grave su terror que en una Navidad, en la que un vecino dio un asombroso espectáculo de fuegos artificiales, el "nenito de mamá" se fue corriendo hacia ella y, como no la encontró porque estaba en el baño, se fue corriendo hacia una arboleda que había por ahí cerca. Si no recordaba mal, tardaron unas tres horas en encontrarle.

Esa mujer cree todas las estupideces que lee por Internet, pensó también al recordar la discusión sobre si a los animales les afectaba o no. Él estaba seguro de que los animales se alteraban por otra cosa y no por el ruido de los cohetes, mientras que su mujer decía que era todo lo contrario. Tenían tantas diferencias que desde el día en el que se casaron ya sabían que esa relación no iba a durar mucho más que cuatro años, aunque de igual manera ese tiempo fue suficiente para tener tres hijos.

Dobló a la derecha para meterse en la ruta que lo llevaría hasta el camino perteneciente a la granja. Algo bueno de ese matrimonio que desde el comienzo fue un fallo, era que tenían varias propiedades heredadas gracias a los ricos padres de la mujer, quienes justo "fallecieron" un mes después del casamiento.

Lo que le sorprendió mucho fue que la ruta estaba desierta, ni un solo auto circulaba por allí. Estaba bien que en unas horas sería ya el 2020, pero estaba seguro de que siempre había alguien que llegaba con retraso como él en esos momentos. De igual manera, se quedó aún más atónito cuando vislumbró unas luces extrañas en el cielo, las cuales parecían unos fuegos artificiales pero completamente hermosos y diseñados de una manera tan particular que era difícil pensarlo; sin embargo, a pesar de que se los veía cerca, no se escuchaba ningún ruido procedente de los disparos, ¿quizás era una nueva tecnología? No lo sabía, pero quería averiguar de inmediato qué producto era.

Estacionó en la banquina dispuesto a guiarse por las luces y así llegar adonde supuestamente se encontraría el dueño de todos esos fuegos artificiales. Lo más probable era que fuera una persona con mucho dinero debido a que no paraba de lanzar esa pirotecnia que parecían tan buena. Desde luego que no se podían comparar con la que él llevaba en su camioneta, esa ahora le parecía una total porquería y seguro hacían un estruendo infernal al dispararse, ¡lo peor de todo es que gastó más de la mitad de su sueldo!

Cada vez las veía más cerca. Caminaba apresurado mientras revisaba su billetera para ver si le había sobrado algo; se sintió decepcionado al ver que poseía sólo trecientos pesos, estaba claro que no iba a poder adquirir ese maravilloso juego de fuegos artificiales.

Llegó a un lugar en el que las hierbas le llegaban hasta más de la rodilla, segurísimo de que ese era el lugar donde se estaba arrojando los fuegos artificiales. Es más, podía ver encima de él las luces que no paraban de parpadear. De repente, le pareció que se iban haciendo más y más grandes, hasta que llegó un punto en el que se dio cuenta de que no eran fuegos artificiales, sino otra cosa.

En ese momento, comenzó a elevarse. 

FIN.

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