Seis

4 0 0
                                    

Desayunamos una papa asada que nos ofreció El Capitan y nos fuimos a la habitación a planear nuestra futura vida en Holanda.

Llegaremos en 30 horas y aun no sabíamos donde viviríamos, si trabajaríamos o no, cómo conseguiríamos dinero, etc.

-¿Que haremos primero cuando lleguemos?

-Buscar donde vivir.

Teníamos varias ideas tal vez podríamos buscar posada en casas de ancianas, haciéndoles creer que las conocíamos o que éramos huérfanos (esperábamos que se apiadaran de nosotros) también podríamos buscar un apartamento barato, muy barato, pensamos en ir a alguna casa abandonada o vivir debajo de un puente. Fuera como fuera no nos importaba, estábamos juntos y sin padres ni gente que nos odie o nos desee el mal.

Nos sentamos en el suelo de la cabina para poder hablar y antes de darnos cuenta nos quedamos dormidos uno encima del otro en el suelo. Nos despertamos a las 2 de la mañana y fuimos a la punta del barco.

-¡YO AMO A ANTONIA! POR FIN SOMOS LIBRES, ME CASARE CON ESTA CHICA. ¡WUJUU!- Gritó él a todo pulmón en la punta del barco-

¿Como podíamos estar tan enamorados? Era de verdad, nuestro amor era real.

-¡YO AMO A BRUNO! JAMÁS NOS SEPARAREMOS, VAMOS A HOLANDA. ¡WOUU!

Sabía que esa no era yo, nunca haría eso, no en frente de mis padres. Era verdad, por fin éramos libres.

-Tony, te amo.

-Bruno, te amo.

Nuestro beso fue casi eterno, llegamos a la cabina aún juntos, éramos felices. No podíamos quitar las manos el uno del otro, sentí cuando entramos a la cama, como nuestras prendas de iban desprendiéndose fácilmente hasta que nuestros cuerpos quedaron unidos como varias lianas de una enredadera. Mis piernas, sus piernas, mis brazos, sus brazos, nuestro corto cabello, mis labios, sus labios. Éramos parte el uno del otro.

Cuando despertamos teníamos aun 7 horas para llegar a Holanda. Ya hacía frío y yo aún llevaba lo mismo que cuando subimos al barco, igual Bruno, no podíamos darnos el lujo de gastar ropa, la usaríamos solo si era necesario. Por ahora solo nos habíamos cambiado la ropa interior una vez.

Durante el tiempo que nos quedaba decidimos hablar con El Capitan ya que nos había dicho que cuando quisiéramos entráramos a su cabina a hablarle, suele estar muy solo. Nos dio recomendaciones de donde buscar apartamentos baratos y también me dijo de un lugar de un amigo suyo para que alguno fuera a trabajar allí. Nos ayudó tanto y aun así no nos dejó pagarle el transporte.

Llegamos al puerto de Holanda y éramos los únicos que bajaban allí.

-Hasta pronto Madam, hasta pronto Caballero. Suerte- nos dijo el amable capitán-

-Gracias, no podríamos haber llegado sin usted-dije con mucha elegancia, por lo que el soltó una carcajada.

-De nada. Vayan. No debería parar aquí.

-Okay, adios, gracias- dijo Bruno muy acelerado para poder bajar de una vez e irnos-

Ya íbamos a iniciar una nueva vida, juntos.

Escapando contigo Onde histórias criam vida. Descubra agora