Parte Única

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Los territorios conquistados por Noxus en Jonía estaban en continúa expansión, aunque para la isla-continente era relativamente lenta. A Darius no le importaba las conquistas, por el momento. Las criaturas que habitaban en la isla eran majestuosas y daban para hablar y alimentarse, aunque tampoco estaba para admirar la innegable belleza del lugar. Tampoco para burlarse internamente de la debilidad joniana, con historias absurdas como el equilibrio; estaba por alguien. 

-- ¡Oh, debió haberlo visto, general! --Cuando el único y cobarde sobreviviente fue entrevistado, no paraba de temblar. Darius lo conocía, estuvo presente en gran parte de su vida sin aportar gran cosa, como una sombra que fácilmente se disolvía en la oscuridad--. ¡Fue el fantasma de su adolescencia! Era exactamente igual a usted cuando era joven, solo que con el cabello condenadamente largo y un mechón azul. Sí, tenía técnicas que solo un joniano sabría, pero su estilo de pelea es el digna de un noxiano de sangre, digna de usted. 

El momento en que le explicó que no pudo recuperar la guadaña ya que le importaba más su vida, prácticamente la mitad de su cuerpo fue separada de él y llenando la sala de un acostumbrado carmesí para la mayoría de ojos crueles. Aún así, algo que no supieron la mayoría de líderes (ni siquiera algo que Swain podría sospechar) era que la descripción que dio el hombre, la única información que pudo dar, le daba cierto aire familiar culpable.

-- ¿Irás a Jonia? --pudo escuchar la voz de Quillette en su cabeza, reprochandole por lo innecesario del viaje. Ya estaba en un pequeño barco, ajeno a las guerras que tanto le interesaban. Era paciente, ya fueron dos días de viaje y el tercero sería el último para llegar a uno de los pueblos conquistados.

Un muchacho peli-rojo, que ya había anticipado su llegada, lo recibió. Sus rasgos eran duros y había una cicatriz pasando por su ojo ciego. Lo guió sin decir nada entre los pueblos de "los nuevos noxianos", jonianos que no habían tenido otra opción que rendirse y ser parte del imperio expansionista. Ya han pasado cinco años y parecían acostumbrados, sirviendo a Noxus como se podía. 

Pero poco le importaba eso. 

--Necesito un guía hacia la Orden de las Sombras. --

-- ¿La que fue la Orden Kinkou? --Darius no estaba seguro de eso, pero el muchacho continúo--- Sí, se encuentra un poco al norte de aquí. --Había una katana colgando en su cintura, aún con la sangre goteando sin importarle--. Claro que puedo ser su guía. Pero, ¿para qué quiere ir allá? Se supone que ya destruyeron el arma Darkin. --Ambos eran conscientes de eso, pero el mayor tenía más intenciones. 

--Son ordenes de un superior. Obedecerlas es tu mejor opción. --El joven no se mostró intimidado, aunque debería. Se dispuso a preparar lo necesario para partir. 

No fue más de un día de viaje, en casi completo silencio y casi sin descansos innecesarios. No estaba nervioso, no estaba feliz, solo sentía una imparable curiosidad. Se sentía tan idiota por eso... 

Los ojos azules de Quitelle habían sido sus favoritos, pero nunca los únicos. Hubo prostitutas, nobles, guerreras y otra decena de mujeres que llenaron el vacío que le dejó la rubia al descubrir que estaba embarazada. Hubo una mujer, tan orgullosa como inteligente y decidida. La recordaba, con un mechón azul en esa cascada inmaculada y unos ojos que recordaban a dos zafiros brillantes en la nieve. Claro, la recordaba tanto como la prostituta que conoció en una noche de borrachera cuando era adolescente. No podía decir con claridad su nombre, pero sí el del hijo bastardo que él engendró. 

-- ¡Estoy segura que ese niño será tuyo, Darius! --Después del casual encuentro, la joven lo había vuelto a contactar--. No pido que te encargues de él, mi familia tiene lo necesario. Solo un nombre, dale un nombre. --No lo pensó mucho, tenía prisa y la mujer noble no parecía querer dejarlo, además no creía que realmente fuese suyo. 

Padre [Darius]Where stories live. Discover now