¿Tommy, eres tú?

*∆•°•Capítulo 4•°•∆*

Narrador Omnisciente.

Se puede apreciar al chico de hermosos ojos verdes caminando hacia su casa. Iba tranquilo, no le urgía llegar, así que disfrutaba de lo que veía en el camino.

A lo lejos pudo ver a una chica que él conocía muy bien o eso pensaba.

- Emma - llamó a la chica captando su atención, ella hizo un gesto de sorpresa que no fue captado por el joven.

- ¿Thomas? - cuestionó la pelirroja, nunca pensó que llegaría a ver al joven fuera del instituto.

Thomas se acercó a ella y le dedicó una amigable sonrisa.

- ¿Qué haces aquí? - preguntó Thomas.

- Estoy esperando a una ... - la chica no pudo terminar de decir, ya que una voz irritante la interrumpió.

- Basura, necesito que cargues esto - dijo una chica de cabellos azabache refiriendo a la pelirroja de una manera grosera. Estaba viendo algo en su celular, así que no se había dado cuenta de la presencia del chico que la veía furioso.

Thomas miró extrañado a Emma, ella sólo rodó los ojos fastidiada por la forma en la que la chica le habló.

- Yo no soy tu mula de carga, así que tú carga tus malditas bolsas - le contestó molesta Emma.

- Niñas, es hora de irnos -se cercó una señora de aproximadamente 47 años, su cabello era castaño con una que otra cana y sus ojos azules.

- Mamá Su, Emma es grosera conmigo - la señora dirigió su mirada a la pelirroja y luego al chico.

-Emma, te he dicho que debes tratar bien a Ellie - dijo la señora molesta, Thomas no entendía quién era esa señora y por qué defendía a Elizabeth.

- Sí... - susurró con molestia Emma.

Thomas se sentía incómodo por la tensión en el ambiente y la presencia de Ellie.

- ¿Quién es este joven? - preguntó la señora hacia Emma.

- Mi nombre es Thomas, un gusto - extendió la mano para saludar a la mujer frente a él, ella la tomó gustosa.

- Soy Susan, la madre de Emma - sonrió hacia el chico. - ¿Ustedes son amigos? - el chico asintió.

- Mamá Su, creo que debemos irnos - comentó Elizabeth molesta, ya que la atención no estaba dirigida hacia ella.

- Es cierto, bueno, Thomas nosotras debemos de irnos, fue un gusto conocerte

- Mamá, yo luego las veo, iré con Thomas al parque, allá estarán Maya y Sean. - habló Emma.

Su madre asintió y subió al auto, mientras que Ellie los veía de la peor manera posible.

- ¿Es en serio? - preguntó Thomas con una sonrisa en sus labios.

- Tenía rato queriendo librarme de esas dos. - habló - Vamos.

Empezó a caminar, él solo la siguió. Llegaron a un parque, no había tanta gente, Emma subió a un columpio y empezó a balancearse.

Narra Thomas

-¿Qué esperas?, ven.

Me dirigí a ella y me subí al otro columpio, no me moví, solo veía a Emma hacerlo, se veía feliz.

- ¿Qué hacía Elizabeth contigo y tu madre? - le cuestioné.

- Muy pocos lo saben, pero somos la familia que acogió a Elizabeth. - dijo con amargura en su voz. - Mi hermana mayor se fue a Europa a estudiar y luego llegó Elizabeth; le tengo que ver la cara todos los malditos días, desde que llegó mis padres se olvidaron de mí y de mi hermano.

- ¿Tienes un hermano?

- Si... - dejó de columpiarse y me miro a los ojos. - Todo se arruino cuando ELLA llegó - recalcó la palabra Ella, sabía perfectamente a quien se refería.

Un silencio incomodo reinó en el ambiente, ninguno de los dos hablaba.

- No vendrán Maya y Sean, ¿verdad? - cambié de tema

- Sólo era una excusa para que me dejara venir, mi madre es una mujer... rara, bueno es lo que pienso yo - me reí por su comentario. - ¿Tu madre no es rara?

- Algo así, creo que es un poco como tú. - dije al recordarla, mi madre es una mujer demasiado bella, un poco rara, es divertida, pero su carácter es algo explosivo.

- ¿Cómo yo? - asentí. - Debo de conocerla algún día - volví a asentir.

Emma se levantó del columpio y se paró frente a mí.

- Debo irme - acercó su rostro al mío y depósito un beso en mi mejilla - Te veo mañana. - empezó alejarse, yo sólo veía como se iba.

Nunca nadie me había dado un beso en la mejilla aparte de mi madre, me sentía feliz.

Narra Emma

Se me hacía tarde, debía llegar a la casa de Maya. Me había quedado un rato con Thomas hablando, no lo tenía planeado, pero fue una buena excusa para quitarme de encima a mi madre y a la estúpida de Elizabeth.

- ¡Emma! - escuché a Maya gritar mi nombre al verme llegar a su casa. - Te habías tardado, ¿dónde estabas? - su mirada me inspecciono de pies a cabeza.

- Ya sabes, mi madre y la idiota... - contesté.

- Sabes que puedes deshacerte de Elizabeth con solo llamar a...

- No quiero ser parte de un asesinato - aclare.

- Ajá.

- ¿Y las cosas? - pregunté.

- Arriba - señaló el segundo piso.

Ambas subimos al segundo piso haciendo todo el ruido posible, aunque como siempre no había nadie más que Maya, Sean y yo. Llegamos a su cuarto, me senté en la cama y ella se dirigió al closet.

- Debemos estar presentables para la ocasión. - dije - Será una de las mejores fiestas - y tenía razón, esta vez habría de todo, alcohol, drogas, música a todo lo que da, peleas y carreras clandestinas, claramente no faltaran las parejas que estarán cogiendo donde sea.

--¿Qué te parece esto? - me mostró un vestido demasiado corto y realmente escotado, perfecto.

- Genial - dije y tomé el vestido.

(...)

Estábamos listas, ambas vestidas de como unas zorras, Sean iba a pasar por nosotras dentro de 5 min; observé a Maya, ella llevaba puesto un vestido corto sin tirantes y un gran escote, su cabello negro estaba suelto y ondulado.

- Sean ya se tardó - dije viendo la hora en mi celular.

- Tal vez este con esa puta barata que se encontró la vez pasada.

- Nunca va a cambiar. - dije

A lo lejos vimos su auto acercarse a nosotros y luego el sonido del claxon se hizo presente.

- ¿Cuánto cobran la hora? - preguntó Sean en broma.

- Cállate, imbécil - le dijo Maya.

- Sin este imbécil no puedes vivir.

- Es lo peor - no pude evitar reír.

Durante el camino nos la pasamos riendo por las bromas de Maya y las palabras con doble sentido de Sean. Cuando por fin llegamos la música a todo volumen aturdió nuestros oídos.

- ¡Que inicie la fiesta! - gritó Sean al entrar.

Todos gritaron, la diversión apenas iniciaba ya que éramos los anfitriones, llegábamos tarde, pero esta maldita fiesta era idea nuestra.

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Nos leemos hasta la próxima.