Capítulo 1

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Después de cerciorarnos de que todo iba normal en el comedor, nos alejamos de la puerta. Todo iba según el plan, por lo que podíamos proseguir con el siguiente paso. Sungjin nos hizo una seña para que lo siguiéramos, pero yo quería ver un poco más del espectáculo que mis compañeros hacían. Un comedor en un manicomio era de lo más interesante y divertido, a veces me entraba la idea de grabar uno que otro video y subirlo a Internet.

Pero lamentablemente no tenía alguna cámara, y mucho menos Internet.

Cuando uno de los guardias que protegían la puerta se llevó a uno de los pacientes, quién había intentado matar a su compañero de mesa porque le había tomado una de sus papas, supe que tenía que irme. Por suerte la victima está bien.

Caminé de regreso al sanitario no sin antes mirar hacia atrás por si alguien me seguía. Al entrar pude observar a Sungjin sentado en un retrete con Jae y Brian a un lado cada uno.

—Solamente contamos con veinte minutos si queremos que todo salga bien. —Dijo mirando su inexistente reloj en su muñeca izquierda. —¿Brian, traes el arma?

Brian, el chico de mirada fría y facciones rígidas sacó de entre su bata la mortífera y peligrosa arma. Intenté no verme sorprendido y mucho menos asustado, una vez Jae me dijo que Brian olía el miedo.

—Jae, ¿Recuerdas el plan? —El rubio asintió, pero despues entrecerró sus ojos confundido. Claro que no se acordaba, si yo mismo lo vi marcharse al jardín a según él formar mi ejercito de hormigas espartanas y así poder dominar el país de Narnia. Obviamente yo no le creí, era absurdo. Narnia no era un país.

—Vas a poner este juguete bajo la almohada de Jinyoung. —Le dije pacientemente antes de que el pobre de Sungjin explote. El chico parecía tener un ataque de nervios en cualquier momento, y eso que yo era el principal fugitivo.

Jae arrugó su nariz inconforme. —¿Por qué le darán el juguete de Brian a Jinyounggie y no a mí?

—¡Porque si te lo damos a ti, te castigarán! —Le gritó molesto SungJin.

—¡Pues yo no quiero que castiguen a JinYoung!

Brian molesto bufó desesperado y pasó bruscamente entre los dos chicos que se asesinaban con la mirada. —Déjense de idioteces, yo mismo lo haré.

Y sin más, salió del baño. No sin antes cerrar fuertemente la puerta, claro.

Olvidé contarles el plan, según lo acordado una semana antes, Jae tendría que esconder aquella arma en la habitación del tal Jinyoung, a quien definitivamente no conozco, y después iría gritando al comedor que un chico lo había amenazado con un arma. Jae era infantil, tierno y tonto, para que negarlo. Se supone que todo mundo lo ama y lo consiente y con esa acusación todo mundo se descontrolaría, más de lo normal, y crearían un caos. Eso haría llamar la atención de los guardias que vigilan el cerco de afuera y nos dejarían el paso libre a mí y a Brian.

Pensándolo bien, me gusta el cambio de planes. No quería estar a solas con Brian. Sí, me da miedo.

Pero éste cambio también arruina y dificulta el plan por dos sencillas razones:

La primera porque Brian es un pésimo actor y no me lo imaginaba entrando al comedor gritando tal tontería.

La segunda y la más obvia es, ¿Quién amenazaría al loco Kang?

Pero no estábamos como para protestar.

—Las tijeras están a la orilla del cerco. Recuerda mantenerlas alejadas de Jae, son muy filosas.

Después de eso Sungjin nos echó del baño y dijo que en cinco minutos estarían ahí.

— Recoge cien piedritas Jae. —Las piedritas no eran necesarias para éste plan, pero era una buena forma de mantenerlo distraído y concentrado. No fue muy difícil cortar un espacio en el cerco, era fácil. Lo difícil era pasar por el, había muchos picos filosos de ése alambre.

— No caben en mi mano Wonnie. —Jae me miraba como si hubiera roto algo. — ¡Sungjin, Brian!

El grito de Jae me asustó y miré hacia donde se supone que tendrían que estar Brian y Sungjin. Y ahí estaban, corriendo velozmente hacia nosotros.

Empujé a Jae hacía el agujero en el cerco e hice que lo cruzara rápidamente, Jae se quejó cuando varias de sus piedritas cayeron al suelo. Sin disculparme pasé después, ganándome una herida en mi muslo y un agujero en mi bata.

Cuando volví la vista atrás, casi me atraganto. Varias... muchas personas venían detrás de ellos dos. ¡Era todo el reclusorio!

—¡Rápido, sal! —gritó desesperado Sungjin cuando por todo el lugar sonó una desesperante alarma.

Y bueno, lo demás ya lo saben. Después de varias calles y avenidas en las cuales unas personas nos lanzaban botellas de agua y nos tomaban fotos, haciéndome creer que pensaban estábamos en un maratón, al final pudimos separarnos de aquel grupo y refugiarnos en un callejón.

—¡Eso fue sorprendente! —Gritó alegre Jae dando vueltas por el lugar. Brian estaba sentado a un lado del contenedor de basura contando por quinta vez sus navajas. Maldecía una que otra vez murmurando que se le habían caído por lo menos seis o siete... Sungjin en cambio estaba tumbado en el suelo con los ojos cerrados. De no ser por su pecho subiendo y bajando una y otra vez, hubiera pensado que estaba muerto.

Pero yo, yo pasé la peor parte. Me caí incontables veces y lo único que gané fueron rasguños y moretones en mis pobres rodillas desnudas. Me ardía y mucho, casi le imploro a Sungjin que me diera un masaje en ellas o que las besara como hacía mi madre.

—Brian, dame vueltas en el aire. —Le pedía Jae con un puchero, sin dejar de ir de un lado a otro. ¿Acaso no recuerda que corrió por más de una hora y totalmente descalzo?

Brian lo miró por varios segundo, después escupió y se levantó.

—¿Cómo hace eso?

—Juntas la saliva necesaria en tu boca y cua-

—¡No! Eso no... —Sungjin rio suavemente antes de abrir los ojos y mirarme divertido. —Hablo de Jae.

—Oh, eso. No lo sé, ellos tienen algo que yo nunca entendí.

Sabía que era aquel algo, yo y Dowoon lo teníamos. Ah, Woonie ¿Dónde estás?

—¡Maldita sea, Jae! —Maldijo Brian cuando Jae vomitó en sus pies.

Todo se quedó en un tormentoso e incómodo silencio en el que Jae miraba asustado a Brian y éste lo miraba molesto. Sungjin y yo nos miramos y nos echamos a reír.

Bueno, tal vez nosotros no tengamos mucho de ese algo.

Síndrome del Amor || DAY6 Where stories live. Discover now