Capítulo 4 - Los ojos.

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    Richard no era ninguna persona religiosa. No iba a la iglesia, no poseía un rosario, ni siquiera tenía una biblia en su casa,Pero como toda persona en momentos de crisis, decidió hablar con su Creador. "Por favor, Dios Mío", decía, "Ayúdame a salir de esto, no me dejes aquí solo." Otra cosa irónica en este relato era que, a pesar de su situación, Richard no estaba tan solo como lo debía estar Dios. Dejando de lado a aquellas personas que practican la religión, los demás solo le dirigen la palabra a Dios cuando necesitan ayuda. Mi experiencia personal me enseñó que Dios no responde demasiadas plegarias, y cuando si lo hace, no es de la forma que uno espera.Así fue con el caso de Richard Jackford.
    Primero creyó estar escuchando su propia respiración, y esa idea llego a engañarlo por un momento, pero luego se dio cuenta de que, en realidad, esas exhalaciones no venían de su nariz o de su boca. Se percató de que en una de las paredes había una puerta escondida. El camuflaje en el muro de acero color gris terminaba siendo delatado por la abertura negra que enmarcaba la entrada. Richard notó que por la parte inferior de la puerta había una pequeña abertura rectangular, como uno de esos buzones en los que el cartero deposita la correspondencia, y el sonido provenía de ahí.Se intensificó cuando Richard se quedó observando ese rincón, y parecía que este le devolvía la mirada. Había algo moviéndose ahí dentro. No era un objeto que alguna ráfaga de viento pudiese estar moviendo. No, era un ser vivo. Atrapada junto con Richard había una criatura, observando con ojos que se destacaban por su brillo en la oscuridad del hueco negro en el que se escondían.
    Así es como podría decirse que Dios respondió alas oraciones de Richard. Le hizo saber que no estaba solo, pero solo eso.Quien sea, o lo que sea, no había sido enviada por Dios en ese momento para acompañar a Richard. ¿Hace cuánto tiempo que está ahí?, pensaba Richard. ¿Minutos?¿Horas? ¿Acaso a estado ahí desde que llegué? 
    Sintiendo que sus venas de pronto eran ventilaciones por las que corría un frío invernal, el pobre hombre aterrado intentó pensar en qué, o quién, era lo que lo estaba observando. Solo una conclusión llegó a su cabeza, y a pesar de no aclarar todas sus dudas, Richard la aceptaba. Se basaba en la probabilidad de que Vincent no se fuera a hacer lo que decía que haría, sino que jamás se fuera. Que solo cambiará de ubicación aun a en la que pudiese conocer los movimientos nocturnos de su ex-profesor.
   Este nuevo y macabro descubrimiento fue la razón por la que Richard no pudo dormir en lo que restaba de la noche. Lo bueno de eso era que pudo ver el momento en el que Vincent bajaba al sótano, y pudo sorprenderlo al no estar dormido. La sensación se espanto había permanecido con Richard durante la noche, pero al ver la cara de Vincent hizo que quiera sonreír. Era obvio que el joven trastornado disfrutaba el despertarlo de forma cruel, pero como este ya estaba despierto, esta vez no pudo obtener esa satisfacción. Y por suerte, no es que Vincent lo haya atacado a pesar de estar despierto, porque al parecer, lo que divertía a Vincent era lastimar a su víctima cuando esta estaba desprevenida. Pero esto no significa de ninguna manera que el resto del día no haya sido una pesadilla para Richard.

    –Si usted está despierto es porque seguro debió haber trabajado muy duro en su tarea ¿no? – dijo Vincent elevando el tono de voz a medida que hablaba.

   Se acercó al profesor y le sacó el cuaderno. Lo miró apenas un segundo. Al notar que el cuestionario no estaba terminado se recargó de ira en un segundo y golpeó a Richard como la vez anterior.

    –¿P-por qué? – preguntó Richard, cansado y con la voz débil.
    –¡¿Qué le advertí sobre las preguntas?!    

    ¿Me estás jodiendo?, pensó Richard, a pesar de saber que Vincent lo decía muy en serio, y con la fuerza que le quedaba alzó la mano.

    –Ahora, sí – dijo Vincent.
    –¿Por qué me haces todo esto? ¿Vas a decirme que es solo porque te repro-? – Vincent levantó la palma de su mano para pedirle al profesor que se calle. Richard ya no recordaba cuando fue la última vez que Vincent lo dejó terminar una frase, pero la calma en ese gesto lo asustaba.
    –Solo te diré, Jackford, que ninguna persona nace siendo mala. Primero uno crece, y luego tiene la desgracia de conocer a otras personas. Es por conocer a otras personas que la gente cambia.

   Richard no respondió, solo se quedó ahí petrificado, mirando a Vincent con una expresión que combinaba confusión y cierta pena.

    –Espero que esa explicación haya respondido su pregunta, pero ahora quiero que usted me cuente ¡por qué mierda no hizo su trabajo!

    Richard exhaló con agotamiento y arrojó sus ojos hacia arriba.

    –Encontrarlo despierto me hizo pensar que usted había sido un alumno responsable, que había hecho sus deberes como todo buen estudiante, pero entonces me encuentro con esto. ¡Dígame que hizo durante toda la noche!
    –¡Sabés bien que hago durante la noche! – exclamó Richard. Había angustia en su voz –. Yo ya sé que has estado espiándome, que te escondes en el rincón de allá.
    –¡¿De qué estás hablando?! – preguntó Vincent, pero entonces se congeló,y lentamente giro la vista hacia el rincón al que Richard se refería –. Aquí adentro hay un compartimiento que conecta con otros lugares de la casa por unos pasillos estrechos, uno de ellos es otro sótano que hay bajo el jardín, se accede a él desde afuera. Pero yo no estaba aquí anoche como usted dice.

Los Cautivos De CarvilleWhere stories live. Discover now