Es de amigos

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El comedor del cuartel de Quinta no distaba demasiado del que tenían en la costa, claro que la construcción podía contar varios más años.

Las mesas estaban repletas para cuando Mikasa ingresó al salón y se ubicó junto a sus colegas en una mesa junto a la puerta. Algunos tenían mejor cara que otros y pudo comprobar que muchos solo bebían café. Esbozó una sonrisa maligna al ver la cara de descomposición de Gregor. Ese tipo le tenía cogida la mala onda desde hace días.

Miller, para variar, llenaba el ambiente con sus comentarios, esta vez sobre la salida de la noche anterior y como Betza había arruinado toda la diversión. Hausdorf salía nuevamente a la defensa de la mujer amenazando a su colega de acusarlo con su esposa sobre como bailó y coqueteó con cuanta cosa enfaldada encontró.

-No sé ustedes, pero yo haré uso de mi día libre -dijo Haller poniéndose de pie y estirándose haciendo sonar varios huesos -¿Al toque de queda? -preguntó su horario de regreso.

-Saldremos mañana al alba -comentó Jean sacando la vista de unas anotaciones que Hausdorf miraba de reojo -Tu tiempo y cómo lo administres es tu problema.

-Uff, pero qué malas pulgas, chico -bufó Miller -¿Te sentó mal la cerveza de anoche? -bromeó.

Betza le dio un palmotazo en la nuca logrando que el pobre hombre se quejara de porqué siempre era la víctima del manco y la machorra. Por supuesto que aquello hizo estallar otra pequeña batalla.

Unos pasos se acercaron hasta ellos. Era Benson, el oficial que había ido a informar a Hange y que ya estaba de regreso. Se cuadró antes de entregarle un sobre a Jean.

-Todo en orden en la costa, Kirstein -informó aun de pie frente a él.

-Perfecto -respondió el muchacho -Tienes libre el día, Benson. Partimos de regreso mañana al alba. Gracias.

-No hay problema -dijo con alegría al saberse de franco -Iré por mi desayuno -se llevó una mano dentro de la chaqueta y sacó otro sobre -Y éste te lo envía tu novia, casi lo olvidaba.

Jean lo recibió frente al silencio del resto de sus compañeros.

-¿Tienes novia, Kirstein? -preguntó Miller sin creerlo -Yo creía que la chinita era tu novia -indicó a Mikasa sin nada de prudencia. Sommerville le dio un golpe en la nuca y se llevó un dedo a los labios -Bueno… pensaba que te gustaba la chinita -Sommerville frunció el ceño -Como siempre andan juntos… -terminó en un murmullo y Sommerville se llevó una mano al rostro.

Jean ignoró completamente las palabras de Miller y guardó la carta de Milly en el bolsillo de la camisa. Mikasa hacía como que no había escuchado nada mientras masticaba un trozo de pan con mantequilla, pero observaba a su amigo de reojo. Notaba que se había vuelto hábil en no enganchar en provocaciones, aunque sabía que en Miller no podía haber malicia, era demasiado transparente y torpe como para tener esa clase de salidas.

-La comandante Hange nos felicita por nuestra gestión y nos espera en cuanto terminemos el trabajo -dijo Jean cuando terminó de leer la misiva desde la costa -Se nos asignó un crédito en una de las tiendas adscritas al ejército para que compremos algo de nuestro interés… algo personal.

-¡Cuánta generosidad! -exclamó Miller con felicidad -Llevaré algo para mi corazoncito.

-Eso… expía tus culpas, mujeriego -gruñó Betza.

Miller le sacó la lengua. Antes que estallara otra batalla, Benson llegaba a la mesa con su bandeja logrando que todos le prestaran atención y preguntaran sobre la costa. Aun la presencia de los erdianos del continente era reciente y, con ello, todavía había novedades.

El como Mikasa se enamoró de JeanWhere stories live. Discover now