Me gustas tú

67 12 8
                                    

Marcos

Cómo me alegro de haberle hecho caso a Fer y haber venido a este viaje de última hora.

Fernando y yo somos como hermanos, nos conocimos en la universidad cuando empezamos la carrera de arquitectura, y desde entonces no nos hemos separado. De eso hace ya algo más de dos décadas.

Tenemos treinta y nueve años y juntos montamos un estudio de arquitectura. Él es de Sevilla y yo de Barcelona y juntos cursamos los estudios en la capital hispalense. Siempre he sido un enamorado de esa ciudad y a mis dieciocho años, cogí las maletas y me fui a casi mil kilómetros de mi casa a estudiar lo que siempre me había gustado. Mi madre lo pasó mal, pero tuvo que aceptar que el mediano de sus hijos saliera de su nido. Allí conocí a Fernando, que me acogió en su casa junto a sus padres, como uno más de la familia. Les estaré eternamente agradecido por el gesto que tuvieron conmigo sin apenas conocerme.

Trabajaba compaginándomelo con las clases, y colaboraba en casa de los padres de Fernando con un pequeño alquiler, que en un principio sus padres rechazaron, pero que yo insistí en que aceptaran.

Cuando terminamos la carrera, Fer y yo trabajamos para distintas empresas muy conocidas en España, pero nuestra ilusión siempre fue crear la nuestra propia.

Con mucha paciencia y sudores lo conseguimos y nos hicimos un hueco en Sevilla, en Andalucía y en toda España; pasamos mucho tiempo viajando. El negocio nos funciona muy bien y por suerte podemos vivir desahogadamente.

Hemos viajado a Oropesa por un proyecto que nos han propuesto para hacer en esa ciudad de vacaciones que tanto anuncian por televisión. Estaremos varios días en este bonito y tranquilo pueblo. Como es principios de abril apenas hay gente por sus calles; cosa que es de agradecer cuando vienes de una ciudad como es Sevilla, donde hay vida de día y de noche. Nuestro viaje va a durar varios días. Nos acompaña Juanjo, uno de nuestros socios. A pesar de parecer nórdico, es sevillano de pura cepa, está casado y tiene dos críos. Él se marcha mañana, pero Fernando y yo nos quedaremos hasta el miércoles.

Camino del hotel, los tres montados en el coche hablamos de lo bien que nos lo hemos pasado con esas chicas que hemos visto en el chiringuito:

- Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien – dice Juanjo.

- No me extraña, entre el trabajo y la familia, no te queda tiempo para los amigos – suelta Fernando.

- El día que te cases y tengas hijos, me lo dices.

- ¿Yo? ¿Casado y con hijos? ¡Ni loco!

- Y qué vas a hacer, ¿quedarte solo toda la vida?

- Solo no. Estaré con la mujer que me apetezca en cada momento.

- Pero que creído eres – le digo a mi amigo.

Los tres nos reímos.

- Es guapa la morenita de pelo rizado, ¿eh? – dice Fer mientras aparca.

- Muy guapa – sonrío al admitirlo.

- Te has arrimado más de la cuenta al bailar con ella.

- Que va, solo quería que supiera que yo sí se moverme, no como vosotros, que sois dos patos mareados – me río.

- ¡Bueno, ya salió el listo! – resopla Juanjo.

- La verdad que no es el tipo de mujer que a ti te gusta – Fer me conoce muy bien.

- Quizás no sea alta, ni tenga un cuerpo de escándalo, pero me ha hipnotizado desde que la he visto entrar al chiringuito.

- ¡Pues sí que te ha dado fuerte!

¿Me había dado fuerte?

La verdad que esa pequeña morena de pelo rizado me ha llamado tanto la atención, que hace que tenga unas ganas locas de comer con las chicas mañana, solo por el hecho de volverla a ver.

La Banda Sonora de ElenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora