Un dictador del placer

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- R-Ryou-kun - susurró agitada, cubriendo sus rojizos labios con ambas manos. La albina no podía controlar su respiración, sentía sus pechos subir y bajar con irregularidad, estaba realmente nerviosa y expectante del siguiente movimiento del chico detrás suyo.

Su cuerpo estaba siendo recorrido con lentitud, obligándola a inclinarse cada vez más en el pecho del más alto, mientras aquellas manos acariciaban con firmeza su seno izquierdo y su abdomen por sobre la ropa, ahogó un gemido con sus manos al sentirlo morder entre el hueco de su hombro, provocando un suave estremecimiento en su cuerpo cuando su lengua recorrió desde su cuello hasta su sensible oído.

Mordió su labio con fuerza, llevando sus manos sobre las más grandes, tratando inútilmente de detenerle. - Ryou-kun... - gimió tras sentir una áspera mano, acariciar la piel apenas cubierta de sus muslos, por aquella falda corta - p-para... - suplicó sonrojada, tratando de alejar aquella mano traviesa que se paseaba muy cerca de su entrepierna – no a-aseguramos la puerta... - reclamó entre suspiros.

Kurokiba sonrió travieso, ignorando las suplicas de su señorita, dedicando toda su atención en sus caricias y de llevar sus manos por debajo de su ropa. Se relamió sus labios al tocar con sus dedos el seno de la albina sin el molesto sostén de por medio, no tardando mucho para empezar a jugar con su pezón y obligar a la chica, a inclinar un poco su cuerpo hacia el frente, colocando sus manos en la madera del suelo. Alice gimió bajo, las caricias de Kurokiba se acentuaban cada vez más, los ásperos dedos del moreno se paseaban por su cuerpo, encargándose de remover como pudieran de su camino la estorbosa tela que impidiera su toque. Ryou recostó su pecho en su espalda, llevando ambas manos a las caderas de la joven, y comenzar a deslizar las bragas de sus caderas, aun cuando escuchaba los regaños de la albina y su resistencia a ser expuesta.

El moreno reía para sus adentros, encantado de la timidez de la albina Nakiri por mostrarse desnuda ante él, cuando hacía no menos de pocos minutos, donde ambos estuvieron a punto de hacerlo en el punto ciego de las cámaras de la entrada...

"Una sonrisa maliciosa adornaba su rostro, mientras su lengua dejaba un húmedo rastro, desde la base del cuello y el lóbulo izquierdo de la joven chef, recibiendo gustoso ese ligero estremecimiento del menudo cuerpo tan pegado al suyo. Estaba sumamente extasiado, entreabriendo sus labios y comenzar a morder con suavidad desde la quijada hasta la barbilla femenina, deleitándose con los delicados suspiros y las caricias que a su espalda eran otorgadas. Suspiró excitado, exhalando su cálido aliento sobre el pálido cuello de la albina, logrando así estremecer el delicado cuerpo entrelazado con el suyo. Mordió su labio inferior, despertando así un poco de su trance, dedicándose examinar por el rabillo del ojo el espacio que los rodeaba. Porque si... Había olvidado por completo del lugar en donde estaban.

Agradeció para sus adentros, cuando observó que estaban en el punto ciego de las cámaras de seguridad... Menos mal, el joven Kurokiba aún no estaba preparado para enfrentar al padre de la albina y mucho menos a su abuelo, por la "inocencia" que estaba a punto de robar... Sonrió divertido al mismo tiempo que desenredaba las piernas sobre sus caderas con cuidado, besando la sonrojada mejilla de la confundida y agitada chica, cuando la tuvo de nuevo de pie, frente a él. Se dedicó a acomodar el uniforme de ambos, aun siendo observado con confusión por la joven, el joven chef sonrió de nueva cuenta, mirando con una mirada apacible, pero con un brillo de oculta lujuria los rubíes de la albina.

- R-Ryou – lo llamó con una voz temblorosa, sintiendo aun su corazón latir con dolorosa rapidez y sus piernas apenas con fuerzas de mantenerla en pie, por las sensaciones que recorrían aun todo su cuerpo - ¿Por qué...? – trató de preguntar, antes de sentir un húmedo beso acallando sus quejas.

Lo que my lady, desee - Ryō x AliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora