Brigitte bajó del taxi con una mueca de desagrado a paso firme iría a buscar a su pequeño del hogar de Hudson y de paso buscaría la caja que le había regalado el mayor de los Holmes.
-¿Mamá?- preguntó el nene viendo como su madre subía las escaleras. Sin pasar por algo que llevaba unos papeles en mano-¿Te acompaño?
-No cariño, quédate allí, ya nos vamos.
Abrió y miró alrededor con nostalgia.
-Hacía bastante no te veía- Holmes estaba sentado en su sofá. Ella le miró fría, recordándole a Aedus.
-Vengo a dejar estos papeles y me olvidé de buscar algo cuando me fuí- dirigió su mirada a la pared de disparos. No había nuevos, como pensaba, él no se aburría.
-Sherly, mira lo que encontré bajo la cama- una mujer de cabellos negros y bata apareció con una cajita.
Brigitte se acercó rápidamente y se la quitó de las manos.
-Gracias, querida, es mía- le agradeció hipócrita.
-¿Y tú eres?
-Mi nombre es Brigitte Holmes, zorra- sonrió falsamente- aunque si quieres ser tú la esposa de "Sherly" pídele que firme unos papeles- se volteó con arrogancia y mientras salía del apartamento les mandó un beso con su mano, tomó a su niño de la mano y salieron.
-¡Brigitte!- exclamó él corriendo detrás pero era tarde, ya se estaban yendo en un taxi.
En la oscuridad de la noche, con sus dos niños recostados en su cama como acostumbraban a hacer desde que llegaron a aquella casa, Bri pensaba mirando por la ventana.
Con la caja en manos dispuesta a abrirla.
Cerró los ojos y lo hizo rápidamente, sintiendo como los recuerdos golpeaban su mente.
El primer beso, la despedida, Erik, el regreso, la boda inesperada y secreta, el nacimiento de Aedus y el de Nix.
Un anillo de diamantes con la frase "sé fuerte" en el interior brillaba bajo la luz de la luna.
Se permitió soltar algunas lágrimas mientras insultaba su cobardía.
En la soledad de la fría noche se dió cuenta.
Irene Adler tenía alguna enfermedad terminal.
Todo coincidía, desde su color de piel, su repentina aparición, su debilidad que se notaba a simple vista, su cabello sin fuerza, la falta de luz en ella.
A Irene no le quedaban más de dos meses de vida.
