Parte única

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― ¡Papá Kyung, ChangWoo no quiere devolverme mi lápiz!

― Es porque SeoYeon no me ha devuelto mi borrador.

― Ya te dije que no es tuyo, es mío. El tuyo quien sabe donde está.

― Niños, no se peleen y terminen su tarea en paz, despertaran a su padre.

Generalmente, las mañanas de domingo se caracterizaban por ser pacíficas y hasta en cierto punto, aburridas. Las personas dedicaban este día a disfrutar con plenitud su único descanso antes de volver a la tediosa rutina del lunes, por lo cual era una tradición el levantarse tarde, comer pizza como desayuno-almuerzo, salir un par de horas a las plazas comerciales, para finalmente en la noche, disfrutar de una agradable cena antes de ir a la cama, sin embargo, estas cláusulas no hacían efecto en la familia Park, que gracias a sus dos pequeños e hiperactivos mellizos el día de “pereza” empezaba a las ocho de la mañana, además, el carácter madrugador de KyungSoo tampoco ayudaba mucho a calmar las energías de sus dos hijos.

ChanYeol, quien siempre era el último en abandonar la cama, se removió entre las sabanas, pues los gritos de los menores le habían quitado todo rastro de sueño, pero contrario a un pasado, donde posiblemente se hubiese levantado de un humor de perros y completamente dispuesto a degollar al infame que interrumpía su sacrosanto descanso, dejó la suavidad de su lecho con una radiante sonrisa en labios, todo porque a pesar de tener ya siete años de convivencia con los mellizos, aún no podía creer que por fin había formado una familia con el chico que robó su corazón desde la primera vez que sus ojos se encontraron.

― Buenos días, papá Yeolie. ― Saludó con alegría una niña de ojos y cabello negro, que hacían un perfecto juego con lo níveo de su tez.

― Flojo. ― Saludó con una sonrisa pícara, un niño con las mimas características que la pequeña dama.

― Buenos días, monstrillos. ― Revolvió el cabello de ambos niños, quienes solo atinaron a reír con entusiasmo ante los cariños rudos de su padre. ― ¿Ya terminaron sus deberes?

― Ya casi, a mí sólo me falta colorear, pero a mi hermana le falta casi todo.

― Traidor.― Expresó una dolida SeoYeon.

― Creo saber el problema.― El mayor tomó el control remoto del televisor para apagar en seguida el aparato, recibiendo un lloriqueo por parte de la nena.― Hasta que termines la tarea podrás ver televisión. ― Sentenció con seriedad. ― Y dense prisa, recuerden que tenemos que salir en la tarde.

― ¡Es cierto! ― Exclamaron los dos menores, volviendo como un par de soldados a sus cuadernos y libros.

Una vez resuelto el problema escolar de sus retoños, el moreno se dirigió hasta la cocina en donde claramente pudo sentir una pequeña aceleración de su ritmo cardíaco. Frente a la estufa se encontraba una despeinado pelinegro, quien batía con gran fervor la masa para hotcakes, mientras sus tarareos se entonaban al ritmo de “No no no” de Apink; Escena bastante graciosa, más si se consideraba que KyungSoo usaba una camiseta holgada, un short blanco y como toque final, un delantal rosado decorado con las huellas de la manos de los mellizos. Sin embargo, a ChanYeol este hecho le enterneció de sobre manera, tanto que no pudo contenerse y terminó abrazando al menor por la espalda, sacándole así un buen susto al azabache.

― ¡Hey! ― Le reclamó con ligero codazo en las costillas, pero al final dejó caer parte de su peso sobre aquel cálido y fuerte pecho que le acunaba. ― Pensé que seguías durmiendo.

― ¿Bromeas? ― Cuestionó con voz ahogada, pues había escondido su rostro en la curvatura formada por el cuello y hombro impropios.― Aún siento que estoy soñando.

Para muchos podría parecer ridículo e incluso sonar como una mentira, pero ChanYeol apreció cada día de su noviazgo con KyungSoo, amó cuándo decidieron mudarse juntos a un pequeño departamento y adoró la hora en la cual fueron a buscar a SeoYeon y ChangWoo de aquella casa hogar, cuando estos apenas eran unos recién nacidos.

Aún recordaba con cariño aquel glorioso día, donde tuvo la suerte de encontrarse con un tierno pero algo malhumorado mesero, que por error tiró una copa de vino en su pantalón, justo un par de horas antes de acudir a una importante presentación de negocios; Claro, se enojó mucho en aquel momento, pero todo se fue al carajo con tan sólo mirar el rostro apenado del muchacho y esos ojos que parecían molestos, mas las mejillas exponían su vergüenza, además, nada importante se perdió en esa tarde; Sí, tuvo que presentar su proyecto con una bonita mancha en la pierna derecha del pantalón, pero terminó con el número telefónico del camarero y la promesa de una cita el próximo sábado.

Lucky ♡ ChanSooWhere stories live. Discover now