Un pequeño incidente

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Primer día de clases. Maestros y alumnos se apresuran con la finalidad de no llegar tarde. Se dice que el primer día es la pieza clave para llevar un buen año escolar.

Todos lucen felices y ansiosos, unos por aprender y otros por hacer nuevas amistades. Cada quien se siente orgulloso de ser parte de la más cara y mejor escuela del país.

La entrada de un lujoso auto llama la atención de todos, lo reconocen de inmediato.

—Ella está aquí —expresa una joven de piel pálida. Y como si se tratase del mismo presidente, cada alma se predispone a darle sus respetos incluyendo a maestros y el mismo director.

—Espero que esté de buen humor —murmura un maestro de mediana edad.

El chófer se baja presuroso del auto y abre la puerta de atrás. Los tacones de punta fina se asoman primero.

—Son del diseñador Most —murmura una chica a su amiga.

—Están valorizados en miles de dólares —prosigue la otra—. Hechos a su perfecta medida.

Becky Coleman luce el espléndido uniforme de la Real escuela San Idelfonso. Sólo estudiantes de élite pueden aspirar a una vacante en ella. Con aire suntuoso camina por los corredores de la escuela, ante la mirada atenta de todos; calculando más rápido que una calculadora cuanto porta en su "simple" traje.

El silencio reina en el patio principal, sólo se escucha los pasos de aquella muchacha que camina con elegancia y altanería. No se atreve si quiera saludar a sus compañeros, nadie merece si quiera verla a los ojos.

Ella es la reina, y ellos sus súbditos.

Se dirige a su salón y observa los asientos con asco. Pasa un dedo por el pupitre y resopla elevando unos cuantos cabellos de su flequillo cuadrado.

Inmediatamente un compañero suyo utiliza la manga de su impecable saco y se apresura a limpiarlo. Una vez terminado se retira esperando que ella se siente. Patéticamente absurdo.

🐝🐝🐝

—Aquí tienes el dinero. —Theo le entrega un sobre a su buen amigo Mario

—Ya te dije que no es necesario —repite por enésima vez, intentando devolverle.

<<Realmente no he conocido a nadie tan terco>>. Piensa.

—Te dije que no me quedaré en tu departamento gratis, sólo recibe.

—No necesito éste dinero —Balancea el sobre—, mejor utilízalo y deja de trabajar tanto. Fui yo quien te pidió que vinieras. No me gusta estar solo, pero tampoco puedo vivir con mi familia. Eres como mi damo de compañía. ¿No debería pagarte yo a ti? —intenta convencerlo. Aunque sabe que es en vano, este muchacho es más terco que nadie.

—Sabes que no recibo nada gratis, así que tómalo y ve que haces con el, incluso si deseas tirarlo, a mí me da igual, sólo deseo pagarte por permitirme quedarme aquí. —Toma su mochila y la introduce en los hombros.

—Uff, como quieras —se rinde por completo—. Al menos déjame llevarte hoy a la escuela. —Corre tras Theo que ya entró al ascensor.

—Prefiero ir en bicicleta —asegura presionando el botón número uno—,  y tú deberías hacer lo mismo.

—¿Dejar a mi amado auto por una triste bicicleta? —Lleva las manos a su pecho con dramatismo—. ¡Jamás! —Theo niega con la cabeza.

A veces envidia la suerte de su amigo, tiene dinero hasta para desperdiciar y una familia que lo adora, sobre todo eso, una familia.

ABEJA REINA©Where stories live. Discover now