Parte Única

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Jongdae no esperaba llegar a su departamento para ver a Minseok hecho un desastre. Había tenido un buen día, e incluso había llamado a su novio un par de horas antes, confirmando que ambos tenían la tarde libre. Minseok le había dicho con voz sugerente que podían quedarse en cama lo que restaba del día, y Jongdae de verdad se había puesto de buen humor con las cosas que su novio le había susurrado al teléfono.

Por eso, cuando llegó al departamento y escuchó unos sollozos provenientes del cuarto que compartían, Jongdae dejó caer su mochila al lado de la puerta y corrió a ver qué pasaba.

Minseok estaba sentado frente a su escritorio, con la cara escondida entre sus manos y con la laptop encendida frente a él. Su pequeño cuerpo temblaba, y Jongdae pudo ver que sus mejillas estaban húmedas.

—¿Min? —preguntó acercándose rápidamente a él, poniéndose en cuclillas para poder verlo mejor—. Bebé, ¿qué pasa?

El mayor dio un respingo cuando sintió la mano de su novio sobre su rodilla.

—Dae... —susurró, mientras intentaba limpiarse las lágrimas con prisa y giraba su silla para quedar frente a él—. No te escuché llegar.

El aludido lo miró preocupado. Todas las luces del departamento estaban apagadas, y ya le había dicho mil veces a Minseok que se iba a dañar la vista si seguía haciendo la tarea tan sólo con la poca luz que entraba por la ventana a las seis de la tarde. Pero no podía recordarle eso ahora. Puede que lo haya intentado ocultar, pero Jongdae sabía que Minseok había estado llorando, y quería hacer algo para ayudarlo. Sin embargo, lo conocía muy bien, y sabía que no debía presionarlo a contarle lo que había pasado. Aunque tenía la ligera sospecha de que la razón de su llanto tenía que ver con la laptop que tenía en frente.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Jongdae, mientras se ponía de pie detrás de Minseok y se inclinaba para observar su laptop. Había un documento de Word abierto—. ¿Tenías tarea?

El mayor soltó un suspiro cuando sintió las manos de su novio sobre sus hombros, haciendo masajes de manera experta.

—Perdón, Dae —murmuró apenado—. Sé que hoy era nuestra tarde, pero te juro que se me olvidó por completo que tenía que hacer este ensayo, y mierda —dijo con la voz quebrada—, no sabía que era para mañana y aún no lo he empezado y...

—Shh —lo calmó Jongdae, quien giró la silla para ver a Minseok a los ojos, los cuales ya estaban llenos de lágrimas otra vez. Con cuidado, lo tomó de las manos y lo hizo levantarse, guiándolo para acomodarse ambos en su cama.

Sentados con las espaldas apoyadas en la pared, Minseok empezó a llorar en el hombro de Jongdae, quien empezó a dejar besos en su cabello y a acariciar el dorso de su mano, intentando reconfortarlo.

Siempre le había dolido ver a Min llorar, ya que era algo muy extraño. Por eso, verlo tan vulnerable hacía que le doliera el pecho, y aumentaban sus ganas de protegerlo del mundo.

—Hace un rato —soltó Minseok entre sollozos—, Kyungsoo me recordó que teníamos que entregar este trabajo para mañana. Tenía casi un mes para hacerlo, pero no lo recordaba en absoluto.

—Son cosas que pasan, Min —susurró Jongdae—. No te preocupes mucho.

Pero el menor sabía que él no estaba acostumbrado a eso. Minseok siempre había sido una persona muy organizada. Se apegaba mucho a su rutina y a sus horarios, y salirse del plan lo afectaba mucho.

—Perdón.

—Hey, ¿por qué te disculpas? —preguntó Jongdae amablemente, girándose para ver a su novio. Minseok bajó la mirada, avergonzado.

Tarea - ChenminWhere stories live. Discover now