Capítulo 2

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El despertador sonó indicando que otro día comenzaba para ella y estiró su mano fuera de la cama para apagarlo. Gruñó contra la almohada y luego rodó sobre el cómodo colchón para quedar boca arriba sobre la gran cama observando el blanco techo de la habitación. Después de muchas noches sin dormir había conseguido conciliar el sueño desde hace exactamente dos días atrás, justo luego de haberse encontrado con la morena en la boda de su hermana. Sonrió al recordar el improvisado baile que ella y la castaña habían tenido esa noche. La había extrañado demasiado.

Tomó una ducha rápida y luego se enfundó en su ropa deportiva para salir a correr como lo hacía todas las mañanas. En cuanto puso un pie en a espaciosa sala de su casa escuchó un ladrido resonando contra las paredes y ventanas en el silencio del lugar. Ollie llegó junto a ella en cuestión de segundos agitando su cola con emoción aguardando pacientemente.

-¿Estás listo amigo?.- Preguntó la cirujana acariciando tras las orejas de su peludo amigo- Recogeremos el desayuno antes de regresar. Tenemos una reunión importante hoy.

Y es que había recibido una llamada por parte de Bradley en cuanto pisó la ciudad otra vez. Éste estaba algo ansioso por tener a la ahora sargento entre su equipo de exitosos cirujanos.

El frío era intenso aquella mañana en Seattle. Casi tanto como para lograr calar hasta sus huesos a través de la delgada sudadera que traía puesta. Ollie no parecía sentir el frío bajo aquel manto de pelos que lo cubrían mientras continuaba avanzando junto a ella sobre la acera a paso ágil y firme sin perder el ritmo de el suave trote de la soldado. Sus pisadas tenían un sonido amortiguado sobre la fina capa de hielo que cubría la mayor parte de las calles de la ciudad. Le gustaba correr por las mañanas cuando aún no había demasiado ajetreo a su alrededor ni autos tocando sus estridentes bocinas para presionar a los demás conductores. Dobló la esquina y se detuvo en la cafetería de siempre, poniéndose en cuclillas con la respiración agitada acarició a Ollie tras sus orejas.

Se adentró en el lugar escuchando el sonido de la campanilla que anunciaba su llegada, y dio una última mirada al perro a través de la puerta de cristal, éste seguía esperando en el mismo lugar. Se giró para mirar a su alrededor, sólo dos personas poblaban la cafetería que permanecía en un irrompible silencio. La chica de todas las mañanas le sonrió tras el mostrador y ella le regresó el gesto acercándose.

-Buenos días Lauren, ¿Llevarás lo de siempre?.- Preguntó con aquel entusiasmo mañanero que la caracterizaba.

-Así es Nancy. Pero agrega algunos panecillos esta vez.- Asintió antes de girarse para poder preparar lo que le pidió la soldado- ¿Cómo está Bob?.- Preguntó haciendo referencia al viejo amigo de su padre.

-Pues todos los días cuenta una nueva experiencia de todas aquellas que vivió en la U.S Army.- Dijo girándose para tenderle el vaso de café y la bolsa de papel con panecillos.

-Dile que Lauren dice hola.

-Seguro.- Asintió la rubia.

-Hasta pronto Nancy.- Se despidió con una media sonrisa en el rostro luego de pagar.

-¡Querrás decir hasta mañana!.- Rió la chica a sus espaldas cuando ella salía de la tienda con su pedido entre las manos.

-Bien amigo caminaremos de regreso a casa.- Dijo deteniéndose junto a Ollie pero él decidió que había esperado suficiente y ya era tiempo de continuar corriendo- ¡Espera!

Lo siguió lo más rápido que pudo calle abajo intentando esquivar a las personas que transitaban por la acera sin derramar su café. Ollie no se detuvo y se arriesgó a cruzar al otro extremo provocando que varios coches frenasen bruscamente intentando no hacerle daño. Suspiró agitada al perderlo de vista y apresuró el paso para dar con él, hasta que lo vislumbró a la distancia siendo gentilmente acariciado por una chica de piel blanca.

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