Capítulo trece

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Me despierta la poca luz que entra por la ventana. Me encuentro rodeada por los fuertes brazos de Jeremiah. Él duerme profundamente aún. Salgo de la cama lentamente para no despertar a Jeremiah, me estiro la camiseta hacia abajo y justo después de cerrar la puerta tras de mí, me encuentro con mi madre en el pasillo.

-¿Por qué la puerta de Jeremiah está abierta y él no está dentro? -pregunta medio enfadada.

Justo cuando tomo aire para responder, ella sonríe y me da un golpecito en el brazo derecho.

-Tranquila, chica -empieza a reírse a carcajadas.

-Shhh -digo, poniéndome un dedo en los labios.

Mi madre tira los labios hacia abajo preocupada y pregunta:

-¿Aún duerme?

Asiento con la cabeza.

-Vaya... ¿hasta qué hora os quedasteis despiertos? -pregunta con malicia.

-¿A qué hora fuisteis a dormir vosotros? -contraataco.

Mi madre frunce los labios divertida y dirigiéndose hacia las escaleras, dice:

-Muy buena -asiente varias veces y finalmente se vuelve para bajar.

Niego con la cabeza sonriente y entro en el cuarto de baño.

Me miro en el espejo y, sin tan siguiera pensarlo, sonrío atontada. Me siento en el inodoro sin dejar de mirarme un solo segundo.

De pronto, me percato de qué estoy haciendo y niego con la cabeza.

-¿Qué coño me pasa? -coloco ambas manos en la cabeza.

Niego de nuevo con la cabeza y, apagando la luz, salgo del cuarto de baño.

Al entrar de nuevo en mi habitación, me siento al lado de Jeremiah y miro todas y cada una de las facciones de su precioso rostro. Sus cejas, sus ojos, su nariz, sus mejillas, sus labios; y cerrando los ojos, recuerdo la primera vez que nos besamos. Como él me acariciaba la espalda, como mis labios quedaban impregnados de su saliva, como podíamos penetrar el uno dentro del otro con tan solo el contacto de nuestros labios. <<¿Cómo sería hacer el amor con Jeremiah?>>, me pregunto. Ayer cuando me contó que temía que el padre de Suzanne los pillara haciéndolo, me quedé con la duda. <<Aunque ¿quiere esto decir que ya no es virgen?>>, pienso. Quizás solo eran tocamientos tontos, quizás algún día se fueron un poquito de la ralla, pero eso no significa que se desvirgaron juntos, ¿no? Aún así, no es de mi incumbencia saber si es virgen o no, y aún menos si ellos la perdieron juntos.

De pronto, una mano empieza a acariciar mi muslo. Abro los ojos con rapidez y veo a Jeremiah sonriente.

-Buenos días, princesa.

Sonrío y me tumbo de nuevo a su lado.

-Bueno, ¿nos quedan más secretos por revelarnos? -pregunta él, entrelazando los dedos de nuestras manos.

-Creo que no.

Y, sin quererlo, una risita tonta se escapa de entre mis labios.

Ambos nos miramos y él es el primero en sonreír.

-Eres tan hermosa, Anne.

Sigue mirándome fijamente en los ojos y, repentinamente, noto arder mis mejillas de nuevo.

Jeremiah sonríe al darse cuenta y las acaricia suavemente.

-¿Sabes? Aunque lo de ayer fuera triste y duro, me gustó que nos lo contáramos.

Solo pienso en volver a verteWhere stories live. Discover now