II

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Keikata miraba fijamente a Ben mientras él se clavaba de cabeza en el lago para buscar unos cuantos peces. Cada vez que alguno de los dos se sentía atribulado, se acompañaban mutuamente pasando horas en el lago y sus alrededores, y eso era beneficioso para ambos.

—Entonces, ¿cómo se siente?
—¿Qué cosa?
—Enamorarse. ¿Qué es eso?
—Es difícil explicarlo —replicó la joven luego de un suspiro—. Es una completa adoración por todo lo que esa persona hace, admiración, glorificación, un deseo de crear cosas hermosas juntos, ganas de pintar la galaxia con miles de relatos... como si una persona comiera después de casi morir de inanición.
—Debe ser interesante sentirse así.

Las gotas de agua resplandecían sobre la piel del muchacho, resaltando sus marcados músculos que se hinchaban por el esfuerzo de cargar con la comida. Al salir del lago, Ben se sacudió toda la humedad y recostó la cabeza en el regazo de Keikata.

—Nunca me contaste que estabas enamorada de Taliara. —la joven apartó los desordenados mechones negros de la cara de su amigo y desvió los ojos hacia la lejanía.
—Estaba en mi derecho de guardar el secreto. Esas cosas solo podrían meterme en problemas.
—Kei, pudiste haberme dicho.
—¿Y que el maestro Luke se enterara? No, gracias.
—No iba a hablar.
—No hablar era lo mínimo que podías hacer, Ben. Ya era bastante escandaloso que me enamorara, ahora decir que Taliara es quien me gusta...
—Ella es bonita. —ambos compartieron una sonrisa cómplice.
—Mucho.
—Si no fuéramos Jedi...
—Ben, suficiente.
—Dime algo, Kei. ¿Solo te gustan las chicas?
—Dije que basta.
—¿También los hombres?
—¡Detente!
—¡Te gusta todo!

Keikata le dio a Ben una palmada suave en la frente.

—Ben, no hagas eso. —él rió.
—Oye, no es algo malo. Eres humana, o al menos te ves como una, es imposible que no te confundas. A todos nos ha pasado. —ella pestañeó con lentitud.
—A veces pareciera que éste es mi único camino por seguir, por eso me cuesta tanto... ¿qué quieres decir con que a todos nos ha pasado? —el muchacho se levantó, se revolvió un poco el cabello y metió los pies en el agua.
—Ahora que estamos compartiendo secretos... veo que debo decirte el mío.

Asombrada, Keikata permaneció en silencio, a la espera de que su amigo decidiera abrirse con ella.

—He tenido sueños extraños. Tétricos, difíciles. Escucho voces que me llaman, no por mi nombre, pero sé que me buscan. Permanecer aquí se me ha hecho un verdadero reto últimamente. Me gusta ser Jedi, pero encuentro bastante insatisfacción en el hecho de que hay un vacío que aun no logro llenar en mi mente. Yo... no puedo deshacerme de esto, tengo la impresión de que podría encajar mejor en otro lugar, con otras personas, otras atmósferas, otros colores. Otros poderes.

Reflexionando sobre lo que acababa de escuchar, Keikata respiró hondo. Llegó a una conclusión bastante obvia.

—¿No habrás querido mencionar otro lado de la Fuerza? —él pasó saliva. Ella era bastante perspicaz, y él lo sabía de sobra.
—Ya ves por qué no quería decírtelo. Dices las cosas que me cuestan trabajo. —ella sacó los pies del agua y adoptó una posición de loto.
—Eres un hombre grande. Sabrás lo que debes hacer.

Ben se levantó y tomó su túnica. Le sacudió los restos de hojas y hierbas que quedaron pegados antes de ponérsela.

—No pareces muy cómoda con lo que te dije, Kei.

Tratando de disimular que las palabras de su amigo la perturbaban más de lo que estaba dispuesta a admitir, Keikata se incorporó, recogió su sable de luz y sus zapatos y mantuvo la vista sobre el lago, que ya comenzaba a apaciguarse. El sol destellaba un amarillo pálido, dando lugar a un fulgurante naranja que pigmentaba la tarde.

Claroscuro  - [Star Wars Fanfic]Onde histórias criam vida. Descubra agora