°Unmenschlich°

One-Shot

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─ Primer Título ─

Der Mensch

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"Tú no puedes volver a ser humano"

Katsuki había escuchado aquello tantas veces en lo que iba de su vida, que no se le hacía extraño obtener el desprecio por parte de los demás que se aseguraban llamarse "humanos". Tampoco le extrañaba el hecho de que al ser considerado como una peste tuviera que encontrarse vagando completamente solo por los callejones de esa gran metrópolis de Yuuei, donde había ido a parar en un abandono por parte de los idiotas con los que alguna vez había trabajado.

El clima era deprimente, con una tonalidad grisácea en el ambiente que se apreciaba frío y húmedo. A pesar de ello Katsuki no resentía en sus extremidades la ausencia de calor, así como tampoco mostraba algún deseo por detener sus pasos en algún sitio al que quisiera pertenecer.

Unas gotas diminutas comenzaron a descender golpeado constantemente el cabello rubio y alborotado sobre su cabeza... ¡Mierda!

Sus labios se apretaron con fuerza y continuó a refugiarse en lo que parecía una tienda de pequeños y extraños objetos; sabía que sería temporal, al menos hasta que fuera descubierto y decidieran echarlo.

La lluvia retomó fuerza, siendo ahora movida y guiada por vientos violentos que azotaban la pequeña puerta del local. Había mucho ruido y el sonido de los relámpagos acompañaba armoniosamente la sensación de una catástrofe.

Unos pasos lentos se escucharon sobre el piso de madera, acercándose hacia el rubio quien no se movió a pesar de conocer el destino de lo que aquello significaba. Iba a ser echado pronto a la calle.

Cuando otro relámpago volvió a iluminar la habitación, la figura de un joven con el rostro vendado específicamente en los ojos apareció ante Katsuki, haciendo que ahora sus ojos carmesí resaltantes se abrieran con asombro.

Aquel humano no se parecía a ellos...

─¿Quién... eres tú? -la voz de aquel joven se escuchó con cierto temor.

Katsuki no dio respuesta a aquello y sólo desvió el rostro para comenzar a levantarse del suelo. Tenía el cuerpo entumecido y la piel comenzaba a arderle.

─E-espera... no, no tienes por qué irte. No tienes donde quedarte, ¿cierto? -volvió a cuestionar esperando al menos un sonido que le asegurara que ahí había una persona y no se estaba volviendo loco.

─No... -respondió por fin.

El peliverde sonrió gentilmente, si aquella persona no iba a robarle, entonces no había nada por lo cual temer y, aunque su condición no se lo permitía, era como si bajo esa penumbra que se había formado debido a la tormenta le facilitaba capturar en su totalidad la escena.