11. Hay algo allí.

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El sonido de un celular sonando lo despertó.

Finn jamás había dormido tan cómodo en su vida, pensó que estaba soñando todavía cuando al fin abrió los ojos. El techo era alto y amplio, había una lámpara grande justo sobre su cabeza y las almohadas impregnadas con el olor de ese suavizante de calidad lo hacían desear nunca haber abierto los ojos. Cuando se incorporó y miró alrededor, en vez de estar intrigado, sintió una extraña calma en su interior al ver a Parker acostado a su lado, con la mejilla contra la almohada y los labios un poco separados mientras roncaba. Finn se alegró de por fin ver algo que no fuese bueno de Parker, empezaba a dudar de su supuesta perfección. Pero por lo menos ahora sabía que era más o menos defectuoso a la hora de dormir.

Aun así le alegró estar allí.

Tal vez no había sido la mejor primera vez, ni la que él hubiese esperado, pero fue divertida al menos. Dolió, como los mil demonios y la punzada en la parte baja de su espalda se lo recordaba. Parker tampoco era perfecto en esas cosas, él preguntaba si dolía cada cinco minutos, como si fuera el maldito dentista. Finn quiso hacerlo callar, varias veces tuvo que meter su lengua en la boca de Parker con el solo propósito de que se callara. Ninguno de los dos terminó realmente, estaban demasiado agotados y exhaustos para ellos. Pero había sido lindo y gracioso y él estaba contento por alguna razón; Parker había logrado que los pensamientos tristes de Finn se alejaran, permitiéndole dormir serenamente y él agradecía eso.

Sus ojos se dirigieron hacia el celular sonando sobre la mesa de noche. Era su celular y la foto de Clark estaba en la pantalla, por lo que sus torpes ojos podían percibir, así que Finn tomó el celular y contestó la llamada.

—¿Cuándo vas a volver? Hoy es la boda, papá está histérico porque no sabe que ponerse ¿No podías escoger un momento peor para desaparecer con uno de tus novios? —espetó Clark, probablemente tenía en su cara una expresión de disgusto—. Ahora papá quiere que vaya con él también, te detesto.

—Joder, la boda —Finn salió corriendo de debajo de las sábanas—. Pero ¿Qué hora es?

—Casi medio día ¿Tú que te crees? La ceremonia es a las dos, apresúrate ¿Qué demonios hacías?

—Dormía.

—¿Dormías? No me digas qué...

Finn echó un tembloroso suspiro al aire recordando la escena de ayer con su hermano en el pórtico. De pronto recordó que a Verónica le quedaba poco tiempo y que no había tiempo suficiente para comportarse como un cobarde frente a esta situación o cualquier otra.

—Lo necesitaba ¿De acuerdo? No me juzgues, no estoy en un buen momento ahora.

—Joder... ahora sí que lo has hecho ¿No? ¿Estarás en condiciones para ir a la boda?

—Si tú no puedes caminar después del sexo anal, eres una pobre excusa de hombre, hermanito —Finn le espetó, sin ganas de pelear y sintiéndose más valiente que nunca—. Estaré ahí pronto, dile a papá que se calme y que busque el traje que está en mi habitación, el de la corbata roja, ese es el que se pondrá, si vas a ir, puedes usar cualquiera de él, no es como que quiera que te veas mejor que nadie así que...

—Lo que sea, solo regresa y arregla esto.

Clark colgó y Finn echó su celular a la cama antes de saltar dentro de su ropa interior y luego sus pantalones. Se sentía realmente valiente, como si nada más importara. Obviamente muchas cosas importaban, pero ya no eran las mismas. Después del día de ayer, sus objetivos para su último año escolar habían cambiado un poco y su actitud también debía hacerlo conforme a la situación. Finn se dijo que debía dejar de llorar y tratar de escapar de sus problemas. Con Gideon, con Parker, con Verónica, con sus padres... él era joven, tenía oportunidades que personas como Verónica no tenían, debía dejar de ser un cobarde y enfrentar sus tontas decisiones.

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