la princesa muere en este cuento

2.2K 374 176
                                    

Érase una vez una princesa de ciudad. De esas que visten tejanos, camisa simple y zapatillas deportivas. De las que toman café con cuatro azucarillos cada dos horas y de madrugada aún no puede dormir.

Érase una vez una princesa que estudiaba para ser el caballero de su propia historia, y que trabajaba porque también quería ser el mentor.

Érase una vez una princesa que creía que eso era ser aventurero. Que con sus vaqueros rasgados y sus pómulos rosados podría convertirse en héroe y villano de todas las historias. Que podría conquistar el mundo o defenderlo a capa y espada. Que podría ser el explorador, el arqueólogo, el astronauta y el pirata de todos esos cuentos que le contaban de pequeña.

Érase una vez una princesa que luchaba por todo eso a la vez.

Érase una vez una princesa a la que le enseñaron que no debe rendirse, que debe rescatarse ella sola porque los hombres jamás lo harán.

Érase una vez una princesa de ciudad que a las cuatro de cada mañana cerraba sus libros e intentaba dormir. Una princesa que no se rendía, que no quería fallar porque solo así podría invadir islas paradisíacas.

Érase una vez una princesa prometida con el insomnio, el ayuno y la ansiedad. Una princesa con marcas bajo los ojos, los pómulos salidos y las costillas marcadas bajo la piel.

Érase una vez una princesa que cuando intentaba dormir sólo tenía pesadillas. Ella siempre había preferido las historias de los cuentos; las princesas de los reinos tienen las cosas más fáciles que las princesas de ciudad.

Érase una vez una princesa que probó de navegar y se hundió, que intentó escalar y cayó, que quería explorar y se perdió.

Érase una vez una princesa en un reino perdido, aquél del que hablan las leyendas pero que nunca se atrevió a pisar.

Érase una vez una princesa que con un nudo en la garganta, cuatro patadas en el estómago y los ojos anegados en lágrimas quiso pedir ayuda pero no se atrevió. Porque siempre le habían dicho que debía ser valiente y no debía rendirse porque nadie iba a salvarla.

Érase una vez una princesa a la que ningún caballero ni caballera pudo salvar.

Érase una vez una princesa que murió.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado, (sin que nadie se haya percatado.)

la princesa muere en este cuentoWhere stories live. Discover now