Mí primer día como arqueóloga fue increíble. La gente valoraba mucho todos mis conocimientos, y el señor Roberson me enseñaba muchas cosas. Pero después de una semana el señor Robenson enseñó su cara oscura. Me empezó a mandar que trabajase más de doce horas. Cuando descubría algo yo, él lo cogía y hacía que lo había descubierto él y yo me quedaba callada, llorando, sin decir nada mientras veía como le daban premios por mis descubrimientos.
Mi primer descubrimiento...fue todo un orgullo para mí...