Capítulo 11 (Mem)

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-Eres un maldito traidor.-Digo mientras observo con desdén a Kalet.

-Mem...-Se cruza de brazos y pone los ojos en blanco.

-No me lo dijiste.- Insisto.

-No te oculté nada.

-No, sólo estabas jugando al escondite con los hechos. Ya no te quiero.

-Pero si nunca me has querido.-Dice obvio.

-Pfff, por lo menos te toleraba.- Digo con desdén mientras hago un gesto perezoso con la mano, mover el brazo entero supondría un gran esfuerzo para mí a estas horas.

-Mem, en serio, no supe hasta hoy que ayer había rebajas en la librería, ¡no es para tanto!- Exclama alzando los brazos de una forma exagerada y bastante cómica.

Ignoro su comentario y continúo caminando, intentando restarle importancia al asunto. Segundos después me detengo en seco y me volteo despacio.

-¿Has leído ya Joyland?-Pregunto con desinterés.

-No, lo leeré hoy, lo compré ayer porque estaba a mitad de pre... Mierda.

-¡Maldito traidor asqueroso!- Grito como una descosida.

Sé que a ojos de un espectador exagero la situación, pero llevo esperando este momento unos meses, ya le tenía puesto el ojo encima a Joyland. La rebaja sólo era durante 24 horas, ahora tendré que sacrificar 16$ manchados de mi sudor, mi sangre y mis lágrimas para comprar el bendito libro, y para alguien como yo que no tiene paga es un sacrificio.

Continuamos el camino hasta el instituto en silencio, sí, hemos perdido el autobús por culpa de nuestra discusión. A pesar de ir corriendo detrás del manicomio rodante como perros hambrientos tras un hueso, nada se pudo hacer para alcanzar el vehículo del infierno.

Digamos que llegar tarde a clase no es divertido, y mucho menos cuando todos tus estupendos compañeros giran sus cuellos en un inhumano ángulo de 360 grados para poder observarte detalladamente hasta que tomes asiento, la sensación de sus miradas en tu nuca es como si intentaran avisarte de que saben tu más secreto oculto, como si supieran lo que hiciste con aquel cadáver. Sé que estamos en Historia del arte, y en serio, aprecio que esta gente sepa admirar el arte que tienen ante sus ojos.

-Kal, aparta. Deja que me miren, déjame espacio para posar.- Susurro convencida.

-¿Qué dices? Estás completa y absolutamente loca.-Grita en susurros.

-¡Apreciad el arte queridos compañeros!- Exclamo a la vez que alzo mis brazos y expongo mi mejor perfil y pose mientras giro sobre mí misma para que puedan contemplarme desde todos los ángulos.

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Son casi las nueve de la mañana, los pasillos están en silencio, los alumnos intentan mantenerse despiertos en la primera clase. ¿Yo? Únicamente intento no pillar hipotermia en mi trasero, llevo media hora sentada en el pasillo esperando que la siguiente clase comience. Parece ser que el profesor no se tomó muy bien mi retraso (de ambas formas) en clase. Mi trasero agoniza, lo sé, puede hablarme y avisarme de que le quedan pocas horas de vida, así que decido levantarme y de paso dar un paseo.

Intento meter las hojas con mis bocetos en la libreta que saqué mientras el profesor estaba desprevenido, por lo menos dibujar me entretuvo un rato. Me doy cuenta demasiado tarde de que guardar las hojas mientras bajo las escaleras y no les presto atención (que por cierto, las escaleras son un arma de triple filo) no es buena idea. Pude notar cómo tropezaba a cámara lenta mientras intentaba pillar al vuelo algunas hojas, por suerte caí encima de alguien más, y agradezco su función como colchón anticaída, de verdad.

ExitiumWhere stories live. Discover now