18. La piedra en el agua

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El profesor Tausum reunió a las chicas y, junto a la señora Nerzo, las guió de nuevo al carruaje. Partieron mientras la noche caía hacía el palacio de Noif.

Un lugar increíblemente enorme, el Coralli parecía una casita de muñecas en comparación. Cada detalle de aquel sitio era perfecto. Nobles se paseaban por ahí con sonrisas en sus rostros, si la realeza de Noif se caracterizaba por algo era por su humildad y alegría.

Unas enorme puertas fueron abiertas para las estudiantes. Al pasar hacia el enorme comedor fueron recibidos por un hombre regordete y alto, llevaba una pequeña corona en su casi calva cabeza.

—¡Bienvenidas, bellas damas! —dijo el hombre con una gran sonrisa cuando todos estaban sentados.

—Déjenme presentarles a su majestad, el rey Hibresto —introdujo el profesor Tausum.

—¡Vamos, Liam! Déjate de formalidades, amigo —continuó el hombre—. Llámenme Hibresto y ya.

Las muchachas sonrieron de inmediato por tan amable bienvenida, aquella velada fue de lo más tranquila. Hibresto era un hombre sencillo, él era alguien que no mostraba presunciones. Relató a las chicas que construyó su palacio tan grande para poder compartirlo con el pueblo de Noif, le gustaba estar rodeado de gente, todo el pueblo lo amaba.

Nunca encontró a la mujer correcta, ni tuvo hijos así que su familia era su pueblo. El resto de los nobles que vivían ahí eran parientes lejanos del Rey, pero ellos también disfrutaban compartir con la gente.

No existía un protocolo, era la región más llena de vida que había visto Esmeralda. Cuando terminaron de cenar los deliciosos manjares, Hibresto les ofreció hospedaje, pero el profesor le explicó que ya tenían reservado en el recinto cercano al lago que visitarían al siguiente día. Se despidieron del hombre amablemente y partieron exhaustos al recinto.

Aquel lugar era como un pedazo de naturaleza privada, los encargados se portaron muy hospitalarios, ocuparon una cabaña por cada dos alumnas. La señora Nerzo ordenó que durmieran con la compañera que tenían en el Coralli, así que Esmeralda y Nereida se despidieron de sus amigas para ir a dormir, se acurrucaron en sus respectivas camas y se dispusieron a descansar.

No existe un mundo más extraño y misterioso que el de nuestros sueños, esa noche Esmeralda lo comprobó. En aquella pesadilla veía a una mujer, su cara se notaba un poco borrosa, le repetía lo mismo una y otra vez: «Esmeralda, cuídate de... Jamás confíes en él». La chica escuchaba en su cabeza cómo aquella voz se deformaba cada vez que decía el nombre de quien debía cuidarse. ¿Cuidarse de quién?

El sol se levantó sobre Noif y una campanilla las llamó a desayunar. La chica tenía la cabeza llena de pensamientos confusos. Terminando, agradecieron a los encargados y subieron a los carruajes.

Llegando al dichoso lago «Tabiris» las chicas fueron autorizadas para explorar.

El profesor se quedó en la orilla del lago, sacó un pequeño frasco y lo llenó con agua, después le puso una pequeña piedrita de la orilla la cual se hundió hasta el fondo del frasco, acto seguido lo guardó en su mochila.

—¿Nereida? ¿Qué haces aquí? —dijo sorprendido el profesor cuando la vio parada detrás de él—. ¿Por qué no estás con tus amigas?

—Quería saber qué estaba haciendo —respondió francamente la chica.

—Bueno... ya sabes que amo viajar, en una de mis excursiones conocí a una anciana que me dijo que antes en Imperia cuando las personas tenían un gran pesar tomaban un frasco lleno de agua, le ponían una piedra y después se lo colgaban en el cuello, para ellos el agua ligera siempre estaba por encima de la roca, a pesar de que ésta fuera más pesada.

—¿Tienes un pesar?

—Perdí a mi esposa e hijo, vivíamos en Nitris. Siempre traté de darles lo mejor, pero al parecer no fue suficiente. Enfermaron y no pudieron salvarlos, por eso este año apelé por un lugar de profesor, para tratar de ser el agua y estar por encima de mi pesar —contestó el profesor.

—Yo perdí a mi madre, hace poco la raptaron; la encontramos muy tarde, por eso no hice la tarea del tonto de Blodin —dijo tristemente ella.

El profesor sacó otro frasco pequeño y repitió el mismo procedimiento que con el primero, se lo entregó a Nereida y ésta sonrió ampliamente. Las muchachas concluyeron así su viaje y regresaron a los carruajes después de una gran primera excursión.

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-Sweethazelnut.

Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang