Capítulo 1: La kunoichi salvaje

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El sol se filtraba con dificultad entre el follaje tupido de los árboles, dando una sensación de cuasipenumbra eterna a aquel bosque. Una brisa tibia colmaba el ambiente, marcando con fuerza el verano que se cernía sobre aquellos lares. Su cuerpo era parte del paisaje del lugar, camuflándose y adecuándose a las formas, oculta entre unas ramas. Su respiración, lenta y controlada, casi imperceptible, mientras sus ojos se clavaban en su objetivo. Como un felino que acecha a su presa, blandió su kunai, abriendo su brazo sobre su derecha y con un preciso movimiento lo aventó a velocidades vertiginosas. Con un crujir de huesos se estampó sobre la cabeza de un conejo que distraídamente observaba la maleza agitarse con el viento suave del este.

Sonrió a penas, y con un salto en el aire cayó junto a su captura. Una bestia colosal hizo aparición junto a su delgada figura, resoplando con fuerza un potente aliento que movió sus cabellos. Un lobo de grueso pelaje celeste con el lomo de un tono lila grisáceo, que la hacia parecer minúscula junto a él. Su cabeza llegaba a penas al lomo del animal, quien era poseedor de unas patas musculosas y una cola peluda que se movía erráticamente. Se giró a verlo y alzó de una pata al indefenso animal.

—Mira esto, Hidahi —los ojos ámbar de la bestia la veían fijamente—, hoy cenamos conejo asado.

—Eso me pone muy feliz —respondió con una voz gruesa y estentórea, pero sin mover en ningún momento su hocico.

Se sentó victoriosa en el suelo a despellejar el animal para luego destazarlo, cuando el animal alzó sus orejas e irguió el cuello.

—¿Pasa algo? —preguntó con el semblante serio.

—Puedo percibir el chakra de un grupo de ninjas que se aproximan.

—¿Cuántos son? —vio como en un bolso viejo que llevaba atado a la cintura guardaba el cadáver del animal.

—Son cuatro —bajó las orejas y agachó su cuerpo—. Y uno de ellos tiene una cantidad de chakra impresionante.

Sin decir una sola palabra más, el animal desapareció sin hacer ni un solo sonido. Juntó sus manos, entrelazando los dedos, y lentamente se hundió en la tierra, hasta quedar bajo ella totalmente. Cerró sus ojos y se limitó a oír. Luego de un minuto pudo sentir las vibraciones de las pisadas a algunos metros de ella. Uno, dos, tres, cuatro. Como dijo Hidahi. Se oyó una risa casi histérica, y se sobresaltó en su lugar. ¿Quién demonios se ríe así?

—¡Hubieras visto su cara, Sakura! —exclamó extendiendo sus brazos.

—Puedo imaginármelo, Naruto —respondió con cansancio, ya harta de escucharlo repetir la misma historia todo el viaje—. Creo que ya estamos cerca —comentó apuntando hacia el frente del sendero, desviando la conversación.

El muchacho de cabello oscuro asintió levemente.

—Sakura-san tiene razón.

—Oigo mucho 'Sakura tiene razón', pero nunca oigo que digan 'Naruto tiene razón' —quejó escandalizado, alzando sus brazos.

—Es que nunca la tienes —respondió la pelirosa suspirando.

—¡Capitán Yamato, dígale que no es cierto!

El hombre rio incómodo y cerró sus ojos, apretando las cejas.

—Mira, si me haces no responder esa pregunta te invito la cena, ¿de acuerdo?

—¡Si! —exclamó alzando su puño— Ichiraku ramen luego de una misión, nada puede sonar mejor.

¿Qué clase de ninja grita en medio de un lugar así? Han de estar locos. Apretó el ceño sin poder comprenderlos. Unos minutos luego ya nada se oía. Alzó su cabeza por sobre la tierra e inspeccionó el lugar. Supongo que ya se han ido. De un salto quedó en cuclillas, sacudiéndose la tierra, cuando sintió un kunai sobre su garganta. Demonios.

Naruto Shippuden: La muchacha oculta entre las RocasМесто, где живут истории. Откройте их для себя