Cuando la noche cae.

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—Princesa Elincia.—

El llamado retumbó por toda la mente de la nombrada, quien interrumpió sus pensamientos nocturnos para prestar atención a quién le había llamado.

Alejó su vista de aquél cielo estrellado para voltear, encontrándose con el general de los mercenarios, quien la estaba escoltando y protegiendo.

—¡I-Ike! ¿Qué haces despierto tan tarde?. . . — Preguntó, mientras llevaba una de sus manos hacia su pecho, acercándose al joven de cabellos azul, teniendo una distancia firme entre ambos.

Éste solo bajó un poco la cabeza, dio unos cuantos pasos para poder estar a lado de la doncella, y posó sus manos sobre su cintura. —Mis pensamientos no me dejan dormir, pero eso no es lo que importa. ¿Qué haces tu despierta a ésta hora?— Preguntó, agachando un poco la mirada para poder observarla.

Ella sin saber que responder, solo escondió su boca con su mano, haciendo un ligero puchero. —Mis pensamientos tampoco me dejaban dormir. . . — Añadió.

—Supongo que estás pensando en Crimea.— Comentó desvíando la mirada hacia la luna, pero su simple instinto le advertía que tal doncella tenía su vista en él. — Es lo que en siempre piensas. ¿No es así? —

—Si. . . Hasta que no esté en mi reino no creo poder quedarme tranquila. . . ¿Y si todo resulta mal, Ike?. . . ¡No-No es para ofender! Solo son pensamientos . . . De los que creo que debo estar preparada. . .

—No me ofende, son dudas que yo también tengo.— Musitó, la confianza que Elincia tenía en él, era la que no tenía en sí mismo. —No obstante, quiero vengar a mi padre cueste lo que cueste, y conseguiré la victoria.— Añadió bastante asegurado de sus palabras, y finalmente le dio unas caricias en la cabeza a la doncella.—No te preocupes, tenemos a laguz de nuestro lado. ¡Sin contar que tenemos miembros fuertes aquí! Como Mia, Titania. . . ¡Sin olvidar que tenemos a Rhys! Sin él hubieramos muerto, siendo realistas. . . Sothe. . . No hace mucho pero nos ayuda con los cofres.— Le sonrió apenas, mientras ella solo bajaba la mirada ante tales palabras.

—E-es verdad. . . También está Soren. . . O los hermanos. —Continuó la oración, tomando la mano de Ike para alejarla de su cabeza. — Pe...Pero. . . ¿Por qué no metes tanto a tu hermana en la batalla? Podría ser de gran ayuda como yo . . . —

—No. Mi hermana y tú son mis objetivos principales, protegerlas con mi vida.— Añadió, como si fueran palabras memorizadas de un libro. — Todo saldrá bien. Ya verás como alcanzarás de vuelta a tu trono, y no pido ni una recompensa al respecto.—

—¿Ni una? ¿Ni si quiera una mínima?. . . ¡Yo-Yo no puedo aceptar eso! ¡Te pagaré cuanto sea necesario, a tí y a tus miembros!— Ofreció, mientras se ponía de puntas con sus pies para alcanzarlo.

El general sonrió, mientras negaba con la mirada acomodando los mechones de la cabellos verdes. —A mis miembros sí, pero conmigo no hace falta. . . Yo. . . — Nuevamente se volvió a guardar silencio en la escena, debido a unos gritos refinados, cuales pronunciaban su nombre. Ya sabía quien era, desde la distancia. —Aimee.— Susurró, de manera precoz tomó la mano de la doncella, y trotó hacia la carpa de ella, refugiándose allí, dónde también estaba Mist.

—¿Ike? Pero. . .

—Shhh. . .

—Herma...nito...

—¡Shhhh!

Una imagen graciosa se presenció, ya que el mayor abrazaba a ambas prioridades cubriendole la boca, mientras se veía por la tela de la carpa la sombra de la joven que seguía nombrandolo mientras pasaba por allí.—¿Ikeee? ¿Ikesito?~— Continuó así, hasta que finalmente se retiró.

Cuando la noche caeOnde histórias criam vida. Descubra agora