22 Pruébalo

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La primera media hora de la reunión parece avanzar bastante amena. Aunque solo hablan de los negocios que de momento tienen en movimiento (y yo, me sé todos), procuro parecer atenta.

Es cierto que mientras hablan, me miran, me observan y, muy posiblemente, me juzgan en silencio. Pero... ¿Qué puedo decir? En realidad, yo estoy haciendo lo mismo.

Aunque bueno, he de admitir que yo juego con cierta ventaja. Yo sé quiénes son. Tengo todo tipo de información sobre ellos, incluso sé cosas que ni ellos creen que sabe nadie. De hecho, sé que el idiota delgaducho con cara de grillo que se mantienen firme y alerta tras la silla del mexicano, y hace ver como uno más de sus hombres, en realidad es su propio hijo.

Me regocijo en mi interior al ser plenamente consciente de que ese niñato no me durará ni medio asalto.

Si ese petardo es el futuro dueño del mercado de México... Yo me hago la reina del mambo en dos días.

- Bueno - suspira Tom, a la vez que se levanta de la silla. Siento que Jhon (que hasta ahora estaba de pie tras de mí, vigilando) da un paso al frente, dándome a entender a mí, y a todos, que no estoy sola. - Una vez puestos al día con los viejos negocios, vamos a comenzar con los nuevos - Tom sonríe orgulloso cuando me mira y posa una mano sobre mi hombro. A su vez, siento a Jhon tan cerca del respaldo de mi silla, que estoy segura de que si a Tom se le ocurre hacerme algo, muere en el intento - Norah - mi nombre suena como una invitación en su boca.

Sé que quiere presentarme, y aunque esa manita sobre mi hombro, no me gusta una mierda, y por la tensión que percibo a mi espalda, a Jhon tampoco, soy consciente de que aunque no me guste admitirlo, Tom es probablemente mi único aliado en este momento.

Giro la cabeza levemente hacia atrás, lo justo para visualizar la cadera de Jhon a mi espalda. Asiento secamente para que él vea que no hay peligro, y se retira un poco para dejarme espacio y arrastrar la silla para levantarme.

- Ella es Norah...- alarga la "a" como si quisiese sembrar intriga. Pero no dura mucho, y remata como quien suelta una bomba.- Fox.

Las caras de asombro no se hacen esperar ante mi apellido. Los cuchicheos entre ellos, las miradas incrédulas y, sobre todo, las miradas asesinas por parte de Manuel, no se hacen de rogar.

Oh, sí. Te jode porque presentarme, es lo equivalente a firmar ante notario que somos socios

Me corro de solo ver su cara de impotencia y rabia.

- Chicos, chicos - Tom alza un poco la voz para que el avispero de murmullos cese en la sala.- Sí, es la hija de Eden Fox. Ya ha quedado claro. Ahora... ¿Podemos dejar la hora del parloteo, y hablar de algo productivo?- todos lo miran, me miran, y lo vuelven a mirar.- Bien. Pues veamos el manjar que nos ofrece.

Tom alza la mano y ordena a uno de sus hombres que traiga lo que queda de la mercancía que le llevé la vez que me reuní con él. El chico de Tom, se escabulle por una pequeña puerta situada a un lateral de la sala, y en menos de dos segundos, aparece con una bandeja de plata. Sobre ella, trae un bonito jarrón de cristal con mi mercancía dentro. Lo planta sobre la mesa como si fuese el jarrón decorativo de una señora... ¡Tachan!

La cara de estupefacción que ponen todos y cada uno de mis nuevos socios, me basta y me sobra para saber que les encantará mi producto. Se volverán locos por negociar conmigo.

- ¿Pero qué?- escupe uno.- ¿Qué puta mierda es esta?

-Nos está vacilando, ¿verdad?- bufa otro.

Sus reacciones me hacen gracia. He de admitir, que el hecho de ver un jarrón de cristal relleno de lo que parece ser arena rosa, aromatizada con esencia de amapola, no es lo que esperaban ver.

Norah Fox Where stories live. Discover now