capítulo 18

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Juan se encontró con las noruegas en el mismo pub en donde las había conocido. Solo tenía la intención de hablar del viaje a Europa. Llegó temprano y se pidió una cerveza. Estaba dispuesto a no beber mucho y tampoco quería terminar con ellas en la cama. Quería acostarse temprano y fresco.
Las chicas llegaron una hora después que él. A esa hora Juan ya tenía tres cervezas encima.


- ¿Venís con nosotras a Europa? - Pregunto con ansias Erna -
- Tengo que solucionar un par de cosas. Más que nada el tema del trabajo. Mañana voy a ver como hago para pedirme las vacaciones. Tengo que tener una excusa y convincente.
- Ya se te va a ocurrir algo, amigo - Dijo Rona mientras hacía fondo blanco a un tequila -
- Si, seguramente. ¿A qué hora salen?
- A las 23 hs.
- ¿Compañía?
- Vamos en la de acá...Argentinas...
- Aerolíneas Argentinas


Juan tomó su celular e hizo la compra del pasaje en el mismo vuelo en que iban ellas.


- Listo chicas. ¡¡¡Viajamos juntos!!!


Las chicas se levantaron y abrazaron a Juan entusiasmadas y excitadas. Erna lo beso apasionadamente en la boca. Rona también. El patovica que había intentado levantarse a Rona lo miraba con una mezcla de rabia y envidia. Juan solo disfrutaba.
Se quedaron un rato más en el lugar hasta que Juan les dijo que se quería acostar temprano. Era alrededor de la medianoche. Las chicas insistieron para ir a su casa. Juan cedió con facilidad. No cumpliría su idea de acostarse sobrio y sin sexo. Al otro día se levantó temprano a pesar de su noche destructiva. Llegó temprano al trabajo y cuando llegó Regules fue a verlo.

- Regules. Me tomo vacaciones.
- Méndez, esto no es una joda. No es un club.
- Ya lo sé...pero tengo mis motivos...tome...
Juan le dio a Regules el pasaje...
- Así que se va a Europa...que bien...que vida la suya...
- Tengo un amigo que me necesita. Está internado en rehabilitación por drogas. Voy con otro amigo que es psiquiatra para ver si lo podemos traer.

- Méndez, usted cree que soy un insensible, pero no es así. La amistad está antes que nada. Me emociona, Méndez. Haga el formulario y se lo firmo.
- Muchas gracias, Regules. Solo me tomo dos semanas.
- Ok, Méndez - Le dijo Regules visiblemente emocionado –

Juan no le creyó ni una palabra ni la emoción que parecía tener. Regules tampoco le creyó del todo a él. Pero a Juan poco le importaba, lo único que le importaba era que iría a Europa a ver a Jose, a darle una sorpresa. No quería pensar demasiado en el asunto, él sabía, aunque Jose no le había dicho nada, que se había ido con un hombre, con un cliente. Pero no le importaba nada, quería ver la cara de ella cuando lo viera allá. Estuvo todo el día adelantado trabajo para irse tranquilo de vacaciones. A última hora le pasó a Regules el formulario con su pedido de vacaciones. Salió del trabajo y se fue a su casa a hacer la valija, no llevaría muchas cosas solo lo indispensable. Se pidió un taxi y pasó a buscar a las noruegas.

- Hola, chicas ¿Están contentas de volver a casa?

- ¡Sí! – Contestaron a dúo –

- Yo voy a ver a una mujer...

- Nos lo imaginamos, Juancito. Pero no somos celosas – Dijo Erna, mientras le guiñaba un ojo a Rona –

A veces eran muy cariñosas entre ellas. Se Vivian franeleando y dándose "piquitos". El tachero miraba por el espejito y no lo podía creer. Era un tipo grande que tenía una pinta de pajero bárbara.

Llegaron a Ezeiza e hicieron el chek-in rápidamente. Las chicas también tenían poco equipaje para despachar. A las 22 y 15 subieron al avión y a las 23 horas, puntual, despegó. A Juan no le gustaba mucho volar, pero con el tiempo fue derrotando ese temor que tenía antes. Ahora subía y se relajaba, no mucho pero iba mucho más tranquilo. El avión hizo un despegue perfecto, una vez que el avión despegaba las ruedas de la pista, pensaba "ya está, estamos en el aire". Ya nada se puede hacer cuando está arriba, más que rezar cuando se mueve un poco. Comieron y bebieron. Juan se pidió una botellita de vino blanco. Y luego un whisky, quería dormirse. Pero ni así pudo. Eran se quedó dormida. Rona estaba verborrágica después de tomar un par de cerveza y un poco del whisky de Juan.

- ¿Estás enamorado? – Pregunto Rona medio entonada –

- Sí, como un adolescente.

- ¡Ja! No es una buena analogía...los adolescentes se enamoran rápido y se desamoran más rápido aún.

- Ja...tenés razón. Pero me refiero a la pasión. No puedo dejar de pensar en ella.

- Mmmmm...eso es muy peligroso. No, mentira. Está bueno enamorarse. No es algo que nos pasé muchas veces en nuestras vidas. El amor de verdad digo.

- Sí, tenés razón. Yo creo que me enamoré con está...dos veces o tal vez tres...

- Si dudas, si es tal vez, entonces no estuviste enamorado de la tercera. Esta es tu segunda entonces.

- SI, puede ser.

Juan notó que Rona era mucho más inteligente y piola de lo que expresaba generalmente. Era como más introvertida que Erna.

- ¿Y qué hace en Europa?

- Te voy a ser franco, ella trabaja de prostituta. Yo sé que se fue a Europa, o me dijo con quién ni le pregunté. Pero yo estoy convencido que un cliente.

- Claro. Hay que ser muy hombre para asumir que te enamoraste de una prostituta. No muchos creo que lo hagan. Muchos si se enamoran, pero pocos saldrían orgullosos del brazo de una. Los prejuicios te alejan. Es una tontería, pero es asó. Incluso en mi país que es mucho más abierto que Latinoamérica.

- Es difícil, sí. Pero a mí no me importa nada.

- ¡Bien Juan! ¡Vamos a hacer un brindis!

- ¿Por qué brindamos?

- Por ella ¿Cómo se llama?

- Josefina.

- Por Josefina.

- Por Josefina.

- Y por Juan...porque haya muchos más hombres como Juan...

- Gracias...

Chocaron los vasos de plásticos e hicieron fondo blanco.

El último fumadorWhere stories live. Discover now