Capítulo 26

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El día siguiente, en la Universidad, Ámbar se encontraba leyendo un libro en una de las áreas libres en las que se podía descansar. Tenía hora libre, pero no amigos para pasar el rato, así que sintiéndose como una Nina 2 sólo se sentó en el césped a leer bajo la sombra de un árbol.

Siempre le había gustado hacerlo; era la número uno de su clase igual que en el pasado y todo gracias a los conocimientos que adquiría en los libros; pero aquel día no leía una de las enciclopedias que su madrina la obligaba a leer, sino un cuento de hadas.

—Hola —escuchó que la saludaban, sacándola de su concentración en la lectura.

Cuando alzó la mirada, los leves rayos de sol que se filtraban a través de las hojas del árbol iluminaron el rostro aniñado y bonito de Matteo. Al principio se sintió extrañada de verlo ahí, cerca suyo; pero pronto recordó lo que habían hablado y todo comenzó a acomodarse y cobrando sentido.

—Hola —devolvió el saludo.

—¿Qué hacés? —preguntó curioso el italiano tomando asiento junto a ella sin esperar una invitación.

—Nada, sólo leía.

—Entonces sí hacías algo.

—Bueno, sí. Eso creo.

Ella cerró su libro, dejándolo descansar sobre su falda escolar; cerró sus ojos y recargó su cuerpo en el tronco del árbol bajo el que estaban sentados. Ninguno decía nada; él también decidió recargarse junto a ella y de igual manera sus ojos cafés se cerraron.

—¿Vos que hacías?

—Nada, estaba demasiado aburrido de escuchar el egocentrismo de Ramiro, así que salí para hacer una vídeo llamada con Gastón, pero el muy maldito no me atiende. Y luego te vi aquí sola y quise saludar.

—Ehh, ¿gracias? —dijo extrañada.

—Sí seguro. Oye, aunque no lo creas yo también quiero volver a llevarme bien con vos. Antes éramos mejores amigos —dijo un poco tenso, se notaba nervioso—. Te mentiría si te digo que no quisiera recuperar algunos de nuestros momentos; vos sos la única que me conoce además de Gastón y no sé... se nota que querés arreglar las cosas, así que creo que también debería poner de mi parte.

Ámbar sonrió con sinceridad; oírle decir aquello significaba mucho para ella. Matteo no lo sabía, pero sus palabras la habían hecho sentir con la confianza suficiente para lograr su cambio; él creía en ella.

Todo parecía estar resultando mejor de lo planeado.

—Descuida, todo está bien.

—Seguro.

Ambos volvieron a recostarse.

—¿Qué leías?

Sólo un día —leyó el título para él.

—Genial. Nunca lo dije pero en otros tiempos comenzaba a cansarme de los aburridos libros científicos que tu madrina te hacía leer.

—Igual yo...

—Sí... ¿estarás en tu casa al rato?

—Sí, pero llegará Tobías.

—¿Quién es Tobías y por qué va a tu casa?

—Es mi amigo y va porque lo invité.

—Vaya; bueno, entonces yo voy mañana. Quisiera charlar contigo.

—Saldré con Emilia.

—¿La chica Slider?

—Ajá —dijo tranquila; pero luego recordó algo importante que estaba dejando pasar—. Pero si querés, podés venir con nosotras.

Recuperar... ¿lo que era mío? || SimbarWhere stories live. Discover now