Y cómo no me gusta escribir miembro x lectora, pues lo hago de ellos.
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| Algún día, en un bello momento de nuestras vidas, cuando creamos que no podemos ser más felices, entonces el destino nos demostrará lo equivocados que estamos y nos bendecirá con un hermoso regalo |
Recordaba esas palabras a la perfección, cada día por el resto de mi vida se repetirían en mi mente cómo un pequeño recordatorio de lo afortunado que soy por la vida que tengo.
Ese regaló del que habló Hoseok el día que me hizo el amor bajo la luz de la luna en aquella playa del Caribe, llegó en forma de mi precioso hijo. Daehyun. Jung Daehyun.
El día en que supe que estaba esperando a Daehyun fue antes de un concierto.
Hacía unos días que me había estado sintiendo mal. Jimin lo había notado y me había preguntando si quería que le dijera al manager para que así me dieran unos días hasta que me recuperara.
Pero yo me negué, simplemente pensé que eran unas náuseas y mareos sin importancia. Pero esa misma mañana había empeorado, al punto en que terminé devolviendo mi desayuno en el baño de mi habitación de hotel. Jimin al no poder decirle nada al manager por orden mía, decidió ir por ayuda con Jin.
Después de esperar a que yo terminara de vomitar, un tanto preocupado, me llevó hasta la cama y me arropó con las sábanas, llevó una mano en mi frente para asegurarse de que no tuviera fiebre.
Frunció el ceño, no tenía, pero no se explicaba el porqué seguía teniendo náuseas y mareos durante las prácticas desde hace unas cuantas días. Namjoon también había hablado conmigo, como buen líder, había cuestionado si mi estado de salud estaba en orden, yo necio, le contesté que debía ser porque no había estado durmiendo bien y el asunto se quedó así, con un mini regaño por parte de Namjoon por descuidar de esa manera mis horas de sueño.
—Deberías ir al médico Tae, no creo que sean mareos o náuseas sin importancia—Jimin me miró preocupado, parado a un lado de la cama y sosteniendo un vaso de agua. Jin se giró para tomarlo y me lo extendió.
Lo acepté y bebí de el sólo un sorbo, Jin hizo una mueca cuando le devolví el vaso, lo dejó en el buró al lado de la cama.
—No es necesario Jiminie, estoy seguro de que ya se me pasará—Respondí dedicándole una de mis mejores sonrisas para tratar de calmarlo. Jin sin embargo hizo otra mueca mientras se cruzaba de brazos y se sentaba junto a mis piernas.
La habitación se quedó silenciosa por unos minutos. Dónde los tres tratábamos de pensar en alguna razón para mis síntomas.
