Capítulo 1.

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Camino por aquellos lugares tan conocidos para mí, siempre había estado allí, pero hoy, hoy resulta especialmente extraño. Yo no guío a mis pies, ellos me guían a mí. Esta mañana mi anillo ha empezado a brillar, nunca lo había hecho, ¿por qué justo el día de mi decimoctavo cumpleaños? Las raíces del suelo se mueven al ritmo de mis pisadas, tengo miedo, algo raro está ocurriendo pero no puedo resistirme, el anillo se ha apropiado de mi espíritu. Camino y camino pero... ¿hacia donde? Maldita sea, ya me duelen las piernas. Presiento que estoy llegando, bueno, mejor dicho, lo veo, el acantilado está apenas a unos pasos de mí, ahí se acaba mi tierra, la tierra. Tropiezo. Mi cabeza asoma por el acantilado, un paso más y habría caído, pero ya no tengo miedo, la curiosidad se ha apoderado de mí y no deja hueco para más sentimientos. Observo el mar. Las olas rompen con fuerza allá abajo y me salpican la cara. Ellas tampoco son libres, esta tierra es su límite y el nuestro son ellas. ¿Acaso la libertad existe? La curiosidad va en aumento, a este paso la acabaré vomitando, o quizás es esta postura la que me revuelve las tripas.

Apollo mis manos con fuerza para levantarme y un golpe de energía abarca mi cuerpo. Es como si me conectara a un enchufe. Es como un rompecabezas de dos piezas. Nunca antes me había sentido así, nunca antes me había sentido... llena. Casi instintivamente hago un leve movimiento con mi mano derecha y un montón de raíces salen de la tierra para levantarme y volver a desaparecer. Parece que un poquito de curiosidad me ha abandonado y ha dejado sitio para la felicidad, ya pensaba que era la única de Ámbar que no tenía un don para controlar la naturaleza. Aquí donde vivo todo el mundo enseña a sus hijos para guiar su fuerza interna con la intención de controlar la naturaleza. Pero he estado sola desde el principio. Mi madre murió en el parto y mi padre desapareció poco después de que yo tuviera uso de razón, apenas lo recuerdo, pero hay algo que nunca seré capaz de olvidar, sus últimas palabras: ''Ariel, no voy a poder estar aquí para guiarte, ni a ti, ni a tus poderes. Sé fuerte, has de saber que eres diferente, bueno, creo que sería más acertado decir especial, y eso te hará estar más sola. Deja que tu intuición te guíe, muchas veces es más sabia que el corazón y la razón. Esto es todo lo que puedo hacer por ti respecto a tus poderes, pase lo que pase no te separes de este anillo, solo es valioso para ti pero aún así muchos lo codician, llegado el momento lo entenderás.'' Hacía mucho que no pensaba en estas palabras y ahora me habían dado una pista importante.

- Intentaré volver hacer lo de las raíces. - Acerco la palma de mi mano izquierda a la tierra... nada. - Como era de esperar, ahora con la derecha. - Y vuelvo a sentir la vida de la tierra. Ya sale una raíz, y dos, y tres, ¡y muchas más! Hasta alcanzar mi mano. Vaya, no viene solas, entre ellas enredado hay algo. Pensando que era un bicho retiro mi mano rápidamente hacia arriba y las raíces la siguen de modo que lanzan ese algo contra mi cara, luego se retiran. Creo que tengo que practicar un poco más. ¿Pero qué es esto? Parece un libro, un cuaderno. Lo cojo con delicadeza. En la portada tiene escrito a tinta ''Para ti, Ariel.'' y en la esquina inferior derecha ''Tizano'' . - ¡No puede ser! - Digo titubeando muy sorprendida. Tizano es mi padre. De repente una hoja resbala de su interior y yo no dudo en cogerla al vuelo. La desdoblo con cuidado, es un mapa pero... no entiendo absolutamente nada. Lo observo detenidamente, centímetro a centímetro, entonces me doy cuenta. Allí, en la esquina inferior izquierda...''Ámbar''. Sin duda se trata de la misma tierra sobre la que estoy ahora, pero hay algo que no cuadra. Si estoy leyendo bien el mapa, justo en frente mía tendría que haber una continuación de la isla, una pasarela, que conduce a una gran bosque... a otro mundo. Levanto mi cabeza y miro al frente pero ante mi solo se extiende el bravo mar. El viento hace bailar mi cabello suavemente pero no tarda mucho en intensificarse, me arranca bruscamente el mapa de mis manos y se lo lleva consigo hacia el horizonte azul. Corriendo me acerco al acantilado pero no llego a tiempo... ¡las raíces, eso es! Intento invocarlas pero no ocurre nada solo logro que el terreno tiemble, no consigo concentrarme, ¡no consigo calmarme! Observo como el mapa se aleja balanceándose en el aire como de su cuna se tratase. Cae hacia el mar... cae... y cae... y... se queda suspendido en el aire. Me froto los ojos, no doy crédito a lo que veo. Entonces aquellas palabras vienen a mi mente ''deja que tu intuición de guíe...'' y no sé como pero cuando me doy cuenta ya estoy saltando hacia el vacío azul. ¿Desde cuando tengo yo tanto valor? Pero antes de que me de siquiera tiempo a asustarme caigo de morros. Es como si el aire se hubiera materializado y me sostinene, puede ver el mar pero no caigo hacia el, un pasillo invisible. Río, río y salto sin miedo, no tardo mucho en comenzar a correr hacia el mapa, lo cojo y sin dudarlo me lanzo hacia el horizonte con cuidado de ir recta para no desviarme de la pasarela. El mar ya no es ningún límite para mí.

Después de casi 3 horas andando por aquel suelo transparente, ya exhausta, hambrienta y acalorada por aquel maldito Sol de mediodía colisiono contra... ¿contra qué? Extiendo mis manos y siento como una pared, pero no me sorprendo, después de estar andando sobre aire materializado no me extraña encontrarme con algo como esto. Lo examino con mis manos con la intención de encontrar un hueco para pasar, un saliente, cualquier cosa, pero no obtengo resultado. Comienzo a golpearlo dominada por la impotencia, no quería volver a aquel sitio en el que llevaba encerrada toda mi vida. Pero algo me hace detenerme, juraría haber sentido algo. Comienzo a arrastrar mis manos de arriba abajo, de izquierda a derecha y entonces, ya cuando mi esperanza de un nuevo mundo se comenzaba a desvanecer... otra vez aquella sensación invade mi cuerpo. Cierro los ojos y me concentro en mi mano derecha. Al principio solo siento el frío de la pared pero con el paso de cada segundo comienzo a sentir vida, la vida de las plantas, de la tierra. Ahora ya sé que en verdad hay algo más tras todo esto, que a pocos metros de mí hay un nuevo mundo y que posiblemente el mapa sea real, esto me recuerda al cuaderno. Lo había dejado sobre la pasarela junto con el mapa en el momento que encontré aquel asqueroso obstáculo, así que me siento, lo abro y comienzo a leer.

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