Ana Frank

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Una hora y media y dos micros después estábamos Emilio y yo en el centro de idiomas de la San Martín, donde se llevaba a cabo el pequeño taller de teatro. Tres clases y dos discusiones después estaba apoyando con un pequeño papel en un programa educativo que para entonces estaba grabando Ana Frank. Un día mientras se daba la grabación de unos últimos guiones, mi novio llamó y gritó a mi madre. Quería desaparecer, quería tomar un poco de agua, quería conversar con alguien de lo primero que se me viniese a la mente, quería despejarme. Fue entonces que me dirigí a la cocina y conversamos.

Para el final de Ana Frank mi desgastada relación había terminado. Mi corazón estaba un poco roto, muy sólo y yo no encontraba la aguja y el hilo para coserlo. Me encerré en casa, me dedique a escuchar canciones deprimentes, a sufrir con ritmo, a ponerme sus remeras y a comer pastel de chocolate y helado. Caminé una y otra vez por los lugares que solíamos frecuentar, conversar muchas veces con el tratando de encontrar la raíz del problema.

Salí contigo una vez, salí contigo dos veces, salí contigo tres veces y de ahí en adelante perdí la cuenta. Seguí caminando por los lugares que solíamos frecuentar con el, durmiendo con su remera puesta, embutiéndome con chocolate y helado, seguí tratando de encontrar la raíz del problema, la raíz del bendito problema, le reclame que saliera con otra, me reclamó que saliera contigo, que hubiésemos terminado, tomamos un daikiri, fumamos un cigarrillo y seguimos negándonos a la realidad.

Querías ir en serio, yo no quería rechazarte y darme cuenta luego de que había cometido un error. No sabía que era lo que quería, pero al menos sabía que era lo que no quería. Y creí que con eso bastaba.

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⏰ Last updated: Feb 14, 2018 ⏰

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