Las Últimas Flores Púrpura

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Ha caído el último pétalo del árbol. Aquel cuantioso follaje ha dejado de ser, abandonando tras sí un vestigio desnudo, seco y cuarteado. A sus pies yace ahora un colchón púrpura que recoge otrora recuerdos esperanzadores dignos de encomios de la mente, y que se han degenerado en inclementes flagelos que laceran profundamente la carne. Son las últimas flores púrpura condenadas a marchitarse, justo al descenso de la segunda luna. Solo entonces, cuando el tercer sol se asome en el horizonte, cuando el alba acaricie tiernamente la faz del campo y cuando las primeras gotas de rocío puedan verse reposando sobre el verde pasto sobre el que estoy tendido, todo estará en paz.

Yo lo sé, el dolor se hará agudo,un paroxismo insoportable revelará a aquella atemorizada criatura que se oculta en el núcleo de mundo, que el sol ha dejado a su olvido, que sujeta al hombre sin que este se percate de su perenne angustia. Sabrás, entonces, que es el primer día. Los cielos habrán de tornarse rojos, las mareas se volverán oscuras e indómitas, los vientos se arremolinarán alrededor del mundo, y la muerte se asomará perniciosa y seductora a la más mínima debilidad. La existencia habrá de volverse un infierno que escapará a las multitudes, y cada quien habrá de encarar el rostro que se le aparezca en el abismo. Tan pronto como tus ojos conozcan los suyos, azules, negros, marrones, verdes, rojos, morirás por un momento. La mente buscará agonizante y presurosa remedio alguno para rellenar ese vacío que dejará tras sí la existencia. Buscará explicaciones en el antes, y mientras el ahora desfallece y el después se difumina en lo inalcanzable, síntomas espasmódicos del pasado inundarán esta nueva realidad.

Las estrellas serán arrancadas del firmamento por un descomunal brazo que se extenderá de este a oeste, rasgando la cúpula sideral: haciéndola sangrar. La noche se hará eterna y aquellas bestias informes que por años se resguardaban en la espesa oscuridad del abismo saldrán por fin a cazar, sabrás que es el segundo día. Mantenerse de pie será una tarea irrealizable. Los corazones se retorcerán en sus cavidades y abrumados se abrirán paso desde el interior, entre costillas, nervios, músculos y piel para destruir los pechos de sus custodios con tal de salir. Tratarán de escapar, pero no habrá refugio donde esconderse, no habrá asilo para los atormentados, todo cimiento del hombre cederá mientras el mundo se marchita para llegar a su fin. Entonces la verás, será esa la señal. En aquel infinito lienzo sombrío que es ahora el Ser, aparecerá la séptima estrella. Muchos tratarán de menguar su brillo, otros se postrarán de rodillas y con salmodias buscarán ganarse su gracia; los que sobren, sin embargo, se precipitarán a su encuentro, lucharán por alcanzarle a pesar de lo azaroso que haya de mostrarse el sendero. La séptima estrella se situará en medio del cielo ayudada por aquellos quienes optaron ir y su luz limpiará el mundo.

La estrella se habrá ya marchado, la luna habrá descendido por segunda vez y por el horizonte se asomará el sol nuevamente: sabrás que es el tercer día. Verás bajo el árbol y las últimas flores púrpura no estarán más. Ciertamente, convendría guardarse de las sombras que, aunque sean nada más que tristes vestigios de un infierno desquiciado, albergan aún verdugos espantosos. Pero todo se calmará por un rato, respira. Es un mundo nuevo. 


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⏰ Last updated: Sep 12, 2019 ⏰

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