A Pesar de Todo

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-¿QUÉ ES ESTO?- Juvia ni se inmutó cuando su marido dio un fuerte carpetazo sobre la mesa, se limitó a seguir desayunando.- ¡Respóndeme!- le exigió de malas maneras.

-Creo que ya está bastante claro- respondió mientras untaba una tostada parsimoniosamente como tenía costumbre, algo que sin duda sacó más de sus casillas a Gray.

-No te hagas la graciosilla conmigo- se acercó más a ella intentado que lo mirara.

-Es una demanda de divorcio, después de estos dos años me he hartado de estar casada con alguien como tú y quiero divorciarme- ya estaba más que cansada de la frialdad que reinaba en la casa desde que se casaron.

-Fuiste tú quien me pidió que me casara contigo- desde que se conocieron Juvia se había enamorado de él, la verdad es que casi había rozado la obsesión. Donde estaba él estaba ella. Al principio el chico la había ignorado, tenía chicas más interesantes, pero poco a poco comenzó a fijarse en ella y se dio cuenta de lo hermosa que era, no obstante su orgullo de niño rico no le dejaba tener ninguna clase de relación con la joven, fue ella quien le pidió salir y quien le propuso matrimonio, él aceptó a pesar de que no estaba muy convencido, algo que a la larga demostró ser un gran error ya que Gray poco a poco volvió al principio. Siempre que podía la evitaba y las pocas veces que coincidían la trataba con una frialdad que a ella le dolía.

-Y ahora te pido el divorcio- agregó como si lo que dijera no tuviera ninguna importancia.

-¿Puedo preguntar, si no es mucha molestia, por qué?- a él también se le había pasado la idea por la cabeza, pero siempre reculaba porque en el fondo sabía que la quería, lo único malo era que su corazón no solo le pertenecía a ella.

-Porque he encontrado a alguien más- Gray barrió la mesa y la taza de café y el plato con las tostadas cayó al suelo haciéndose añicos y manchándolo todo, incluido a los dos.

-Eso no puede ser, apenas tienes amigos- no podía imaginar quién era el que había conquistado a su esposa. Se puso a la altura de ella con una amenazadora mirada en sus grises ojos que antaño había derretido el corazón de Juvia.- Creía que yo era el único en tu vida- musitó casi cerca de su oído.

-Yo también pensé que eras el único, pero en estos dos años me he dado cuenta de que ni tú ni yo nos queremos, sea lo que sea que me llevó a pedirte matrimonio y a ti a aceptar ha desaparecido- cruzó las piernas y apoyó su cabeza en una de sus manos dejando claro que aquel tema le importaba muy poco.

-No voy a permitir que me avergüences, nadie debe enterarse de que me has pedido semejante estupidez, es más haré como que nada de esto ha pasado- no es que solo le doliera pensar que su esposa se hubiera enamorado de otro si no lo qué pensarían los demás si se enteraban de que no la hacía feliz.

-Gray tú no me quieres y yo a ti tampoco, ambos hemos encontrado el amor en otra persona y lo peor que podemos hacer es seguir haciéndonos infelices mutuamente- él abrió los ojos de sorpresa.

-¿Qué dices?- acertó a decir.

-Me he fijado en cómo miras a la mejor amiga de tu hermana Ultear y no es que sienta celos de ella porqué sé que eres demasiado correcto como para haberte acostado con ella. Ambos os queréis y deseo que seáis felices juntos y lo único que tienes que hacer es firmar los papeles del divorcio y los dos podremos estar con quien nos hace feliz- sonrió conciliadoramente.

-No pienso firmarlos, no permitiré que arruines mi reputación, además yo te quiero y sé que tú a mi también- dijo intentando ocultar su desesperación.

-Gray no te engañes- borró su sonrisa- entre nosotros no hay ni una pizca de amor, así que firma los papeles y dejémonos en paz, solo te pido eso.

A Pesar de TodoWhere stories live. Discover now