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Él era un niño en aquel entonces, común como cualquiera y tan especial como mi corazón puede describirlo. Un niño que pasaba los días en la superficie a la luz del sol cuando la niñez había acabado.

Pasaba los días preguntando a su madre, cuando los rayos del sol apenas podían tocarlos, cuando podrían regresar a donde una vez fue su casa.

- Pronto mi amor Pronto

¿De qué manera podría ella mentirle a su hijo?, eso pensó el, pero en verdad no era mentirle, solo omitir ciertas verdades que ella creyó que el pequeño no entendería.

Pero permíteme explicar, como es que de pasar los días a la luz del sol, ahora mendigaban por un humilde rayo de sol.

¿Kuchel?

Ese era el nombre de la madre del Protagonista.

Se lo suficiente de ella y de alguna manera me gustaría haber tenido tanta fuerza, como ella alguna vez la tuvo. También me pregunto algunas veces, que hubiera sido de esa mujer si hubiera vivido una vida normal, que hubiera sido de el.

Mucho antes de nacer, cuando la de la infancia/adolescencia era su madre, a una edad de 15 años más o menos, ella, su abuelo y su  habían escapado de la hegemonía y la segregación, pero sobre todo el horror de los titanes.

Escapando hacia una promesa de una ciudad llena de riqueza, prosperidad y escondite.

Y fue así como la élite prometió a un pueblo lleno de personas que odiaba, que debajo de la tierra, escondido entre cavernas existiría un paraíso. Haciendo de las promesas, mentiras. Aquel paraíso no fue más que un éxodo para la peor de las calañas, la peor de las miserias y el más bajo de los infiernos, Menos para; Las Prostitutas y Ladrones.

Tras haber bajado de una carreta, tomada de la mano derecha por su abuelo y de la izquierda a su quejumbroso hermano. Kuchel recuerda que nada había sido tan confuso, ni tan inesperado. Las personas llevaban sus maletas en la mano, de un momento a otro decidían dejarlas caer al suelo por la fatiga, organizados en filas de cientos de personas, era fácil divagar.

- Sr. Ackerman?- Su abuelo dejo de tomarla de la mano al mismo tiempo en que ella salía de sus propios pensamientos, quizás memorias.

- Kenneth Ackerman?- El hermano se separó también de ella.

-Tch...es Kenny- dijo avanzando en la fila

- Kuchel Ackerman- avanzo con cierto miedo a los hombres que preguntaban por ella y sus familiares.

Personas iguales a ella dieron un vistazo a sus dientes, revisaron sus bolsillos y le pidieron que dejara sus maletas donde las demás estaban, ni ella, ni su hermano, ni su abuelo traían algo de valor encima, así que avanzaron rápidamente en la hacia la siguiente etapa.

- Kuchel, no te separes cariño- dijo su abuelo volviéndola a tomar de la mano una vez que terminaron de anotar sus nombres en una lista, para volver a formar parte de las personas que esperaban en fila.

Todos los registrados caminaban en orden, algunos llegaban con tantas maletas que parecía que habían traído toda la casa consigo y tras haber anotado sus nombres en esa lista caminaban sin posesiones, de hecho no importaba que tuviesen y si venían en pijama, todas anotaban sus nombres.

Todos en fila hacia un umbral que los llevaría a su nuevo hogar, era una manera melancólica de despedirse de la superficie. Kuchel recuerda que fue una alarma lo que se llevó la melancolía y dejo muerte.

- Abuelo?- Kuchel pregunto mirando a su abuelo mientras las personas que los perseguían buscaban sus rostros entre tantas filas, preguntando por los Ackerman

Una Carta Larga Para Hanji Where stories live. Discover now