Capítulo 3. Isaias

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Llamé por teléfono a Isaias.

—Hola. ¿Isaias?

—Hola, Alejandro. ¿Qué pasa?

—Quería ir a tu casa. Quería pedirte unos consejos.. ya sabes, de hombre a hombre. ¿Puedo ir?

—Claro que sí, ven.

Me despedí y colgué el teléfono.

...

Llegué a casa de Isaias y toqué el timbre. Me abrió con una sonrisa.

—Hola, Alejandro. ¿Quieres consejos acerca de tu novia-que-aún-no-lo-sabe?

Me avergoncé un poco por sus palabras, aunque obviamente traté de no demostrarlo. Aunque Isaias es alguien que nunca se atrevería a burlarse de mí o algo así. Él piensa que todos somos iguales y esas cosas. Pero igual a pesar de eso no quería que supiera que esta avergonzado. Orgullo, supongo.

—La verdad que sí. ¿Cómo podría declararle mi amor?

Se rió leve.

—¿La invitaste a la fiesta, Alejandro?

Respondí que sí.

—Bueno, en caso de que asista te daré consejos sobre cómo confesarte en la fiesta. Y si no asiste, me puedes volver a pedir consejos después. Sabes que siempre estoy para mis amigos.

Le sonreí, y le dije que gracias. Que yo también estaría para él si lo necesitara.

—Bueno, basta de cursilería. Empiezo a dudar de mi sexualidad, ¿sabes? —soltó una risita nerviosa.

Luego de un momento incómodo de silencio, prosiguió.

—Eso no sonó tan bien, jaja. Bueno, ahora sí te voy a aconsejar. Primero, deberías traerla a la fiesta. Pero no en tu auto. Ya está un poco feo, te presto el mío. Bueno, al traerla, mientras estén en el alboroto de fiesta, sostenle las manos, mírala a los ojos y dile que la amas. Sé que en el alboroto de fiesta se te hará más fácil.

—Tienes razón Isaias, yo igual creo que se me hará más fácil. Gracias por los consejos.

DudasWhere stories live. Discover now