Querido diario

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Nunca subestimes la trascendencia de un buen beso.

Un beso, un "simple" beso, puede desatar una serie de acontecimientos capaz de transformar o arruinar vidas. Un beso puede darle la vuelta al mundo y dejarlo de cabeza por días, meses o incluso años. No se trata solo de la liberación de dopamina o serotonina, fuera de esas reacciones físicas y químicas que te dejan atontado por un rato, los besos pueden incluso alargar tu vida.

Y yo, como raro, no sabía nada de eso hasta hoy.

Lejos de lo que mis vecinos creen, vivir en medio de chicos cuya infancia duró poco, no me lleva a querer seguir sus pasos. Puede que me haya escapado de la escuela más veces de las que puedo recordar, pero en el ámbito del romance y lo sexual siempre estuve por debajo. Siempre fui quien escuchaba las anécdotas. Estaban mis amigos con sus novias, mis amigas con sus conquistas, el tema escandaloso del sexo de por medio y nada de eso me llamaba en lo absoluto. Quizá por eso lo de hoy caló tan hondo.

Éramos igual de inexpertos. Somos, seguro que aún somos, porque fallamos de primera en nuestras ansias por abrir la boca. Pero después del tercer intento, besarlo se sintió correcto. Llevábamos todo el día en su lado de la ciudad, ingresamos de manera no muy legal en un museo aburridísimo que él amó y el día acabo con sus mejillas sonrojadas antes de preguntar si podía besarme, aunque no supiera hacerlo. Juro que casi lloro de la emoción. Fue inocente. Algo pequeño. Nuestros dientes chocaron, alguien nos empujó y seguro que nuestras manos temblaban o sudaban.

Aun así, dije que aprenderíamos. Nos besaremos las veces que hagan falta para seguir iluminando Paris con nuestros intentos. 



Besos a tu olvido #PGP2024Where stories live. Discover now