El día después de mi suicidio, desperté.
Todo lo que vi habia sido un sueño.
Parecía tan real.
Me di cuenta de cuanto valgo para todos.
Ese día sonó mi alarma.
Mi madre fue a despertarme, pero fingi estar dormida, mi madre me dejo dormir 5 minutos más, me acomodo la cobija y depositó un dulce beso en mi frente.
Me levanté, me duché y fui a la escuela.
Cuando llegué al salón de clases y mi mejor amiga me vio una sonrisa se dibujó en su rostro.
Me dijo que tenía infinidad de cosas que contarme.
Al llegar el maestro nos regaño por que estábamos haciendo mucho ruido pero luego sonrió.
Al llegar a casa, mi hermano me dijo que jugaramos un juego de carreras, el era malísimo, lo cual fue motivo para una tarde llena de risas.
A mi celular llego una notificación del grupo de Whatsapp, me puse a hacer bromas tontas, enviar imágenes graciosas y todos nos reíamos.
En la sala de mi casa había un dulce aroma a café, nos sentamos a la mesa a ver una película.
El día después de mi suicidio me di cuenta de lo importante que soy para las personas a mi alrededor.
Me di cuenta de que si yo no estuviera en este mundo, la vida no tendría sentido.
Me di cuenta de lo importante que soy, pero sobre todo me di cuenta que no estoy sola.
