HACÍA FRÍO

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  Jean

Me despierto tiritando de frío. Debí hacerle caso a Finn...
A Finn, quien parece estar durmiendo como un bebé. ¿Por qué el no tiene frío?

Me levanto sin hacer ruido. ¡Ay! Fuera de las cobijas, el clima empeora notablemente.

Busco en la mesa de noche el climatizador. No está por ningún lado. 
Moviendo las manos por el mueble, tiro mi teléfono al piso.

Finn se incorpora en su cama en modo de alerta. ¡Que tierno!

-¿Estas bien?
-Sí, solo estaba buscando el control del aire.
-Yo lo busqué hace rato, pero no está por ninguna parte.

Se me ocurre una idea. Me acerco a la cama de mi novio.

-Bueno- levantó las cobijas y me meto a la cama con el-. De todas formas, no pienso pasar frío esta noche.

Me abraza y quedó de espaldas a el. Se remueve algo incómodo. Yo me sonrojo en la oscuridad. Nuestros cuerpos están terriblemente juntos.
No sé si es una bendición... O un castigo.

  Finn

La estoy abrazando por la espalda. Es tentador...
Pero no. Detengo esos pensamientos. Tengo que detenerlos.

-Jean... ¿Por qué no te volteas para poder verte?
Ella se remueve entre mis brazos y la cama, y ahora la estoy abrazando por la espalda, pon su cuerpo pegado a mi regazo. Entrelazamos los pies y juego un poco con ellos, mientras trazo círculos lentamente en su espalda.
Nos quedamos mirando. El silencio no es nada incómodo, sino lo contrario. Es uno de esos pequeños momentos en que la mirada lo dice todo. Es de esos momentos en que brillan los ojos.

-Es más difícil.
-¿Qué?- le pregunto, sin saber a qué se refiere.
-Que estando así es más difícil dormir, ¿No lo crees?

Mueve la cadera y las piernas de una forma extraña... Pero intenta disimularlo como que se estiró.
Esto se vá a poner interesante.

-Sí... No creo dormir hoy.
-¿Y por qué no?
-Porque casi nunca estamos solos. No así.
-Y...- me mira y noto el brillo de sus ojos-, ¿Para que quieres que estemos así solos?

-¿No adivinas?
-No. Pero lo que sé es que no voy a poder dormir por el frío y por... Bueno, no importa. ¿Quieres salir a caminar?
-Tardaste en preguntar.

  Jean

Salimos sin hacer ruido con la puerta. Caminamos por el pasillo aún tomados de la mano. Bajamos las enormes escaleras y salimos al jardín. Sigue siendo de noche, pero ya se ven las primeras luces del alba. Siento un escalofrío al sentir el pasto húmedo bajo mis pies, pero no ha llovido.

-Es la brisa del mar- contesta Finn como si me leyera el pensamiento-. Tampoco creo que necesitemos zapatos.

Se quita sus Vans y los deja en las escaleras de la casa. Recorremos el sendero de piedras hasta que llegamos a la arena.

Y entonces caminamos y caminamos. Y el camino está lleno de felicidad. De cualquier tontería de la que hablemos está bien, porque es con él.

No sé cuánto tiempo caminamos, pero aún faltan algunas horas para que amanezca.

Mirando hacia atrás, nuestra casa es solo un pequeño punto que vemos gracias a las luces del jardín. Hacia adelante, comienzan a crecer plantas. Primero pequeñas, pero mientras más caminamos el pasto crece, a tal punto que casi me tapa la mitad del cuerpo.

Me distraigo jugando con las olas, cuando siento la mano de Finn en mi hombro.

-Mira- me llama.
Y volteo. Justo en el centro del muro de plantas, hay una pequeña laguna.

  Finn

-Conecta con el mar, pero las olas no llegan allí.

Jean mira el pequeño refugio como se tratara de un animal extraño. Me adelanto a ella y me acerco al borde del agua.

-Es... Precioso- susurra mi novia llegando a mi lado-. ¿Quieres entrar?- me pregunta.
-¿Ahora? Volveremos con la ropa mojada.
-Entonces quitatela- me dice mientras sonríe y se quita la camiseta.

Veo como se deshace de los pantalones quedando en un conjunto rosa pálido y entra a la laguna.

No tardo mucho en deshacerme igual de mi pijama. Entro al agua y nado junto a ella. Comienza a salpicarme de agua.

La ataco de la misma forma; terminamos undiendonos en el agua salada y nadamos un rato más.

La quiero y amo ver sus ojos, pero su traje de baño improvisado me distrae de vez en cuando.

  Jean

-Aun no te pongas la ropa. Estás mojado y la llenaras de arena- le digo a Finn mientras caminamos de la laguna a la orilla del mar.

-Deja de regañarme y mejor sentemos un rato, ¿Sí, cariño?

Se me encoje el corazón al escucharlo decir la última parabra. Me siento en la arena y palmeo el lugar junto a mí para que me acompañe.

Me recargo en su hombro y lo abrazo, paseando mis dedos por la superficie de su pecho. El está muy rígido.

-¿No me vas a abrazar?
-Tienes la espalda semi desnuda. Literalmente estás mojada. Estamos solos y te amo. ¿De todas formas quieres que te abrace?

Y me río.

-Sabes...- me siento sobre el, mirándolo de frente-, puedes decirme que pare en cualquier momento.

Comienzo a besarle la mandíbula mientras mis dedos juegan con su pelo, que está casi seco.

-El... Problema...- me responde con la voz entrecortada-, es que no quiero que pares.

Y cuando dice esto me sujeta de la espalda con una mano, mientras que con la otra nos impulsa para que yo quede abajo.

Levanto mi espalda para que saque su mano de debajo de mí, pero la jala tan rápido que desabrocha mi sujetador.

 

SUERTE QUE TE TENGO- Un sueño con Finn WolfhardWhere stories live. Discover now