Capítulo 03: Oso De Peluche

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Toby comenzó a palpar las paredes del pasillo del laberinto donde se encontraba hasta que llegó a una parte del muro de un color más oscuro y un tacto diferente. El joven se echó hacia atrás para verlo mejor.

En ese trozo exacto de pared vio dos gruesas manchas de un color diferente, una a cada lado, que según le había contado su hermana eran puertas a otra parte del laberinto con destinos diferentes. Toby las miró fijamente, con detenimiento, mientras consigo mismo qué dirección tomar. Derecha o izquierda.

Sarah decía que una de las dos opciones siempre llevaba directa al castillo, la izquierda. Entonces pensó que tenía que encontrar lo que buscaba antes de ir allí, así que decidió ir por la derecha.

Algo reticente al principio, el muchacho extendió su brazo derecho y tocó la pared con su mano, sorprendiéndose al ver como esta desaparecía cada vez que estiraba más su brazo hacia el muro.

—Está bien, Toby, puedes hacerlo —murmuró antes de dar un paso al frente y entrar por la abertura invisible.

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Al adentrarse Toby llegó a una parte del laberinto donde en lugar de suelo había césped y sus muros volvían a ser arbustos de varios metros de altura, esta vez llenos de flores rosas y azules que desprendían una gratificante fragancia.

—Esto es un paraíso —afirmó algo hambriento. Las tripas le rugían.

El aire era puro y fresco, lo que obligó al joven a quitarse la gabardina para no pasar tanto calor, dejándola sobre el césped mientras él se adentraba en ese bello jardín en busca de lo que estaba buscando.

Tras mirar por los arbustos, donde no encontró nada más que flores, se encontró con un árbol en el centro de una glorieta lleno de frutas de todos los tipos: naranjas, manzanas, plátanos y al lado de él una pequeña fuente dejaba caer un chorro incesante de agua hacia las alcantarillas que había bajo ella. ¡Qué inesperado!

Sin dudarlo Toby corrió hacia ella y cuando estaba a escasos metros, unas criaturas saltaron de los arbustos de alrededor hacia él, adhiriéndose a sus ropas sin intención de soltarse.

Dichas criaturas tenían el aspecto de un mono, pero la posición de sus apéndices le recordaban a los de un saltamontes debido a que tenían las patas traseras encorvadas justo donde seguían las delanteras

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Dichas criaturas tenían el aspecto de un mono, pero la posición de sus apéndices le recordaban a los de un saltamontes debido a que tenían las patas traseras encorvadas justo donde seguían las delanteras. En el final de todas sus extremidades tenían unos dedos peludos de color morado, la misma tonalidad que todo el bello que cubría el cuerpo de estos seres hasta en su alargada cola, con los que podían adherirse a todo lo que quisieran, lo que les ayudaba a trepar hasta por las paredes de piedra. Sus caras eran achatadas y feas, con dos ojos naranjas que miraban al joven, que era golpeado con sus largas lenguas rosadas.

Toby trató de quitárselos de encima sin ningún éxito, temeroso de hacerles daño al intentarlo. Pero ellos no tenían el mismo reparo y continuaron golpeándole con sus lenguas en la cara, la cual iba enrojeciendo con cada golpe que recibía.

Retorno A Dentro Del LaberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora