12 apr. 2016 - 12.30h

624 51 26
                                    

Sung Ihn llegó silbando alguna melodía de las que había cantado Hyuk en el estudio hacía ya un par de semanas. Últimamente su aspecto había mejorado: tenía las mejillas rosadas y una sonrisa de oreja a oreja colgada con pinzas en el rostro. Abrió distraídamente la puerta con la llave. Al entrar, tardó unos segundos en percibir aquello que inundaba el apartamento; una serie de gemidos y de frases de carácter notablemente sexual invadieron sus oídos. Abrió los ojos como platos, y luego se esforzó como una loca para no echarse a reír a carcajada suelta. Poco después, su corazón se estancó al percatarse que aquel hombre con el que su compañera de piso se lo estaba pasando en grande era, precisamente, el que iba a conocer aquella misma noche.

Dos días antes, Minnah había invitado a ir Sung Ihn a un restaurante bonito a las afueras el sábado por la noche. El motivo era presentarle a su novio, que también traería a su amigo. Vamos, algo así similar a una cita doble. Claro que ella no tenía idea de Hyuk.
Aun así, seguía entusiasmada por conocer al novio de Minnah. Pero ya podría haber avisado que estarían en su casa fornicando a aquellas horas de la mañana.

Salió sigilosamente del piso nuevamente, intentando no explotar a carcajadas antes de cerrar la puerta. Marcó en el teléfono un contacto conocido. Las últimas diez llamada llevaban su nombre.
— Eyo — sonó a través del auricular.
— Escucha, voy a venir.

No tuvo que esperar ni cinco segundos tras llamar al timbre para que la puerta se abriera. Tras esta, un chico con el cabello revuelto y un outfit más que casual y práctico la recibió con una sonrisa que amagaba varias intenciones. Ya ves, pensó ella, que incluso con estas pintas surge tal efecto en mí.
El contrario acercó a Sung Ihn contra sí lentamente, para besarla del mismo modo a la vez que la puerta se cerraba sola a causa de su peso. Ambos sonrieron, con los ojos cerrados. Él siguió plantando pequeños besos en el cuello de la fémina:
— Hyuk, que no he venido para esto... — replicó la chica, medio embelesada.
Él río entre dientes, sin parar de besuquearla en los labios, en la clavícula:
— Ah, ¿no?
Sung Ihn se lo pensó un segundo, antes de contestar con certeza:
— Bueno no lo sé.
Hyuk la acercó a la pared, recostándola contra esta:
— Cuéntame —dijo antes de volver a la labor.
— Pues... — comenzó con dificultades, a causa de las incesables caricias de Hyuk que recorrían cada rincón de su cuerpo— A ver te he llamado para venir... Porque-¡ah! ¡Hyuk! ¡Las uñas!
— Perdona. Sigue.
— A ver pues, entonces... —Sung Ihn rodeó el cuello ajeno con sus brazos, a la vez que elevaba sus piernas para situarlas alrededor de su cintura— Al entrar a casa he comenzado a oír un montón de gemidos y comentarios sucios.
— Qué morbo.
— En realidad sí.
— ¿Y has venido aquí porque tenías envidia? — insinuó en una media sonrisa, desatando con indolencia los botones de la camisa de la fémina.
— ¡Pues no! Simplemente no quería molestar —rechistó.
— ¿Y ahora? — Hyuk arqueó severamente una ceja.
— Mmm... Ahora no lo tengo tan claro. ¡Ah! ¡Hyuk, paciencia! — protestó, a causa de que el contrario comenzó a dar leves embestidas con su pelvis contra la ajena, a la vez que soportaba a Sung Ihn contra la pared.
— Perdona, vida, en serio. Es que no lo puedo evitar —soltó mientras lamia el dedo índice de la chica—. Me duele de lo dura que está.
Sung Ihn suspiró, un tal resignada de lo débil que se sentía ante él en aquellos instantes. Pero no pareció importarle del todo. Al fin y al cabo, ya le habían subido los colores a la cara. Acercó sus finos dedos a los cordones del pantalón de chandal de Hyuk, empezando a desatarlos.
— Bueno va.

— Pensaba que no llegarías —rió Minnah entre dientes cuando percibió a su compañera de piso.
— Si yo te contara... —tiró de cualquier modo el bolso y la chaqueta al aire, sin cuidarse de donde iban a parar, empezando a desnudarse para cambiarse con agilidad— No tengo ni la ropa lista. ¿Qué hora es?
— Mmm... —la tailandesa miró de reojo el móvil mientras se maquillaba un ojo— Tienes veinte minutos. Haz tranquila, que pillamos un taxi.
— ¿Tranquila? —de detuvo con una sneaker en mano— ¿Cómo quieres que vaya tranquila cuando puedo conocer a un posible famoso?
— Dos posibles famosos. Te dije que llevaría a un amigo.
— Lo que me faltaba —lanzó el zapato a la otra esquina de la habitación.
Minnah soltó un bufido divertido y se acercó a paso ligero al armario de Sung Ihn. Removió durante un par de segundos entre las perchas de este y las tendió sobre el colchón de la cama. Sacó un par de bailarinas de Chanel de su zapatero individual y las dejó justo al lado de la ropa:
— Ponte esto. Que es muy chic.
— Hecho. Por cierto... El amigo de tu novio... ¿es muy famoso? — insinuó a la vez que comenzaba a ponerse el conjunto.
— Cada vez lo es más. Pero bueno —Minnah terminó de maquillarse con rapidez los labios y se puso un par de pendientes finos para completar el look— ya sé que tú tienes novio.
Sung Ihn quedó bloqueada unos instantes: a su amiga no se le escapaba nada. Pero no estaba del todo segura de sí podía confirmarle aquella hipótesis que le presentaba.
— Pero no es mi novio.
— Pues algo parecido.

[song]writer « kwon hyuk Where stories live. Discover now