•Trece|Final•

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Ser la primera en levantarse temprano tiene sus beneficios.

La primera taza de café caliente y humeante es para mí, lo cual lo hace más rica; puedo elegir donde sentarme, desayunar sin temor a que las tostadas se terminen en seguida y escoger a mi gusto qué canal o noticiero matutino ver. Pero, principalmente y es lo que más me importa, es que puedo gozar de un tiempo limitado de silencio y calma. De vez en cuando las cosas en la Torre varian, pero suelo ser yo la primera en levantarse, y en ocupar el asiento más cómodo de la cocina mientras reviso en la tablet mails, archivos, documentos e informes de posibles amenazas que podrían llegar a ser atendidas por el grupo. El siguiente es Steve, pero él no aparece a desayunar hasta una hora despúes, luego de su entrenamiento mañanero. Bruce es el siguiente que a paso lento y arrastrado se dirige a la cafetera ni bien ingresa a la cocina dando algún que otro saludo de buenos días, a Pepper le toma unos minutos más, pero ya está vestida y arreglada para lidiar con otro día de trabajo. Stark suele presentarse recién a media mañana, y con él, el ruido y movimiento.

Es por eso que ahora, siendo casi las seis de la mañana, y estando yo sola en la cocina, me resulta extraño escuchar pasos en los pasillos, pasos que se dirigen hacia acá. Me resulta más extraño cuando la voz de JARVIS me confirma de quién se trata.

—Buenos días, señor. 

—Buenos días, J —lo escucho que responde mientras continua aproximándose por los pasillos de la Torre.

—¿Desea que le prepare un café?

Parece dudar.

—No estaría mal.

Y ni bien termina de hablar, oigo como la cafetera se pone en marcha. Y como Stark ingresa a la cocina, sorprendiéndose por mi presencia. 

—¡Romanoff! No sabía que te levantabas tan temprano.

—Es porque siempre te levantas a las diez de la mañana, Stark —le contesto y quito mis ojos de la tablet para mirarlo de reojo. Se lo nota cansado, somnoliento y según su vestimenta, no pareciera que viene de su habitación. Sospecho que desde que salió anoche, recién acaba de volver.

Tony se encamina a la cafetera y se sirve una taza, vuelvo mi mirada y mi atención a la tablet.

No quiero que me malinterpreten. Me agrada estar en la Torre, la idea de Stark en un principio me pareció muy acertada, pero luego de pasar tanto tiempo viviendo acá, comienzo a extrañar la calma que traía la soledad de mi departamento y a darme cuenta que debería haber analizado cada aspecto de la propuesta del multimillonario. A veces envidio a Thor, que solo aparece cuando la situación se pone muy riesgosa y verdaderamente lo amerita, e incluso a Barton, que prefirió dar un paso al costado cuando Tony le comentó de su idea de ir a vivir juntos en la Torre. Desde lo que pasó en New York, y especialmente por lo de Loki, Clint decidió alejarse por su bien y el del equipo. También decidió alejarse de mí, y eso fue una decisión que hubiera traído varios problemas y discusiones, pero el estado del arquero solo me hizo apiadarme de él, apoyarlo, brindarle confianza y aceptar toda elección que tomara, aunque ésta me hubiera dolido.

Si me hubiera pedido irme con él, lo hacía, no lo iba a dudar. Pero no me lo pidió.

Hace varios días no hablamos. Me había pedido que nos tomáramos un tiempo, y acepté. No estaba en posición de reprocharle nada, Clint no estaba bien. Pero si hubiera sabido que el "tomarse un tiempo" implicaba hablar una vez por semana tan solo unos minutos y no contarme información básica como por ejemplo: dónde está y con quién, hubiera hecho algo para impedirlo. La última vez que hablé con él no lo sentí honesto, no era sincero cada vez si le preguntaba si estaba bien; quisiera estar enojada, o por lo menos molesta con el arquero, pero en parte lo entiendo. Desde que recuperó el control de su mente vive con el miedo de volver a perderlo, lo sé aunque nunca en realidad me lo dijo. La primera noche luego de que atestiguamos como Thor se llevaba a su hermano a Asgard, Barton y yo nos dirigimos a mi departamento; durante la madrugada Clint despertó de una pesadilla y trató de atacarme.

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