Primer Paso

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DYLAN POV'S

Bajé del auto de mala y cerré la puerta de un portazo.

- Cuidado con la puerta – dijo Anna apareciendo a mi lado causando que de un respingo. Me había asustado.

-Sí sí, claro – dije y me puse lentes de sol al tiempo que aparecían diez paparazzis en mi cara. No tenía nada de privacidad, pero estoy seguro que la razón por la que estaban aquí era interna - ¿Llamaste a los paparazzis? – le pregunté a Anna entre dientes. La miré a través del rabillo del ojo y noté que sonreía.

-Sí, así que sonríe y pretende estar feliz, salúdalos- dijo agarrándome fuertemente del brazo causando que me queje y que haga una mueca.

-Ya, ya- dije soltándome. Me acomodé bien el polo y la chaqueta, dando la sonrisa más grande que mi boca me permitía formar.

Subí los pocos escalones que había para entrar al hospital y una vez adentro, sin ningún fotógrafo cerca, me quité los lentes y los puse en el cuello de mi polo. Adentro hacía un poco de frío, el aire acondicionado estaba muy bajo poniéndome la piel de gallina, pobre pacientes.

Comencé a caminar con mi manager y en eso veo una cabeza muy conocida.

-Hola ma- dije saludándola con un beso.

-Hola hijo – dijo sonriendo más falsamente que el culo de Kim Kardasian – El día de hoy va a ser estupendo- dijo mientras apoyaba su cartera en el escritorio de recepción. En eso vino una enfermera y nos saludó con amabilidad. Esta nos indicó que la sigamos.

Anna me jaló un poco para atrás y comenzó a hablar.

-Repasemos. Se llama Violet, tiene 20 años – dijo leyendo la información de su celular – Era modelo, ha estado internada hace unos meses. No menciones nada acerca de donadores porque no hay y eso la haría sentir incómoda. Le gusta la música, los animales y bueno, tus películas- dijo haciendo que bufe.

-Trataré de acordarme de todo eso, pero no prometo nada- dije cuando estábamos subiendo en el ascensor al segundo piso. Anna me mostró el pulgar en señal de buena suerte y salimos del ascensor.

Tenía que admitir que este lugar era deprimente. Era todo blanco, con plantas falsas, y solo había doctores o enfermeros caminando por los pasillos. No había ni una persona visitando, o flores o globos.

Cuando llegamos a la puerta me quedé congelado. No quería hacer esto.

-No puedo hacer esto – dije deteniéndome al frente de la puerta. La enfermera que nos había guiado hasta aquí ya se había ido, solo quedábamos nosotros tres.

-No me importa, tienes que. Tu reputación se está yendo al caño y yo no voy a poder barrer y tratar de arreglar tus escombros cuando me vaya a Dubai las próximas dos semanas – dijo mi madre mirándome con una mirada fulminante. Solo un bufé.

-¿Sabes lo deprimente que es estar con un enfermo? O peor, ¿Qué finja ser una buena persona? – dije incrédulo. Esto en serio era deprimente. ¿Qué pasa si no la hago feliz? Literalmente habría gastado su deseo en algo que no vale la pena y se arrepentiría el resto de su vida. Podría haber pedido a Robert Downey Jr o a... no sé, Shawn Mendez.

-Entrarás, la harás feliz, te tomarás fotos y ya. Ahora ponte una máscara que diga felicidad – dijo y sonreí falsamente. – Así está bien.

Abrí la puerta y lo primero que vi fue un beanie guinda sobresaliendo en toda la habitación blanca y aburrida. Al lado derecho estaba la camilla con las mesitas donde se encontraban todos los remedios, tubos y medicinas. A la izquierda había unos sillones grises que me imagino eran para visitantes o hasta para ella. De estos sillones se levantó una señora rubia como de unos 40 años con una gran sonrisa, que por alguna razón, no me la creía.

Hasta nuncaWhere stories live. Discover now