Capítulo 1: El Cuadro O'Sullivan

73 14 2
                                    

''¿Qué tal si vamos de vacaciones a Neullén?''

Esas palabras, salidas de la boca de mi padre, me disgustaron en su momento, pero la verdad, ahora que ya todo terminó, siento que realmente esas vacaciones marcaron mi vida.

Ahora tengo 19 años, y me dio por escribir e inmortalizar esta historia que me pasó en Neullén, para que todo el mundo se pueda sorprender con ella, y así que mis hijos, nietos, bisnietos y así, puedan escuchar e imaginar mi historia.

En unas horas, tengo un viaje hacia Antofagasta, así que no tengo mucho tiempo.

Pero ya les dejo de aburrir, ¿No?, ahora mismo les contaré mi historia en Neullén, el pueblo encantador, el pueblo de los O'Sullivan.

--------

-¡Odio este pueblo!- reclamé a mi padre, que me daba la espalda cargando una gran mochila, donde llevaba toda la ropa y útiles necesarios para 1 semana en Neullén.
Cuando hablaba sin parar, mi padre solo me miraba de reojo, y sonreía, dándome a entender que me escuchaba, pero que no necesariamente me respondería.
Mi madre, por su parte, seguía en el auto, estaba intentado sacar su mochila del automóvil, que al parecer no podía sacar ya que era muy pesada.
No sé porque en ese momento, no tenía ganas de ir a ese pueblo, seguramente porque quería ir a Valparaíso, a las hermosas playas, y no a un pueblo lleno de bichos, pero al menos, esa opinión que tenía, cambiará al transcurrir la historia.
Luego de una caminata desde el lugar donde mi padre estacionó el automóvil, logramos ver una gran casa, casi una mansión, de dos pisos, grandes balcones, y unas ventanas gigantes.
el hogar -O casi mansión- estaba un poco alejado del pueblo eso sí, le daba un ambiente de una casa de campo.
Y a la entrada, ahí estaba sentada mi bisabuela, en un asiento de madera , era mi segunda vez en la vida que la veía, pues la primera fue cuando tenía 2 años, yo ya ni me acordaba de ella.
-¡Hola abuelita! Qué linda te ves hoy- dijo mi papá mientras le daba un beso en la mejilla, mi bisabuela no se movió mucho.

Al oír ruido, salió de la mansión una joven, que en ese entonces tendrá unos 19 años, delgada, alta, rubia, e incluso bonita, que al parecer, cuidaba de mi bisabueli.
Mi padre y yo la saludamos.
No tenía ni idea de nada sobre ella ni de mi Bisabuela, no sé sus nombres, no sé de donde vienen, no sabía nada.
Pero por más que mi Bisabueli no se mueva mucho, sentía algo con ella, trataba de pensar en ello, sabía que con ella hay algo oculto, pero que nadie sabe, sinceramente, hasta me dio mala espina su misma presencia.
Pero lo que más me llegó a interesar, era su collar, que parecía ser una llave. ¿Quién llevaría un collar con forma de llave? La moda de antes, seguramente. O a lo mejor, no existían llaveros en la antiguedad.

Atrás mío por fin viene mi madre, arrastrando una mochila, mi papá al ver lo que trae, corre hacia ella y le da una mano con el equipaje.

-¿Dónde podemos quedarnos, Lucie?- Le dijo mi papá a la joven que cuidaba de mi Bisabuela, al menos ya descubrí el nombre de la mujer que cuidaba de ella.

Ella enseguida nos guió por la casa, habían un montón de habitaciones, la escalera bellísima, candelabros hechos a la perfección, objetos hechos de madera tan fina, y lo que más me fijé, es que al parecer Lucie hacía un buen trabajo, pues la casa estaba demasiado limpia después de todo, podría incluso lamer el piso si quería. (Tal vez, no literalmente.)

Pero ese no es el punto, mientras Lucie hablaba con mi padre sobre como era vivir con mi Bisabuela, yo me fijaba en cada detalle del lugar, yo me preguntaba: ¿cómo 2 personas pueden vivir en un lugar donde caben como 80?, quien sabe. Esta mansión escondía un montón de secretos que quería descubrir.

Lucie guió a mis padres a su habitación, era una matrimonial y más no pude ver, pues mis padres entraron de inmediato para cambiarse de ropa y dejar el equipaje. Ahora quedaba sólo yo y Lucie. Mi bisabuela seguía afuera sentada, muy tranquilita.

-Entonces....¿Tú eres la famosa Fernanda? ¡Un gusto conocerte! Espero que te guste la casa.-
Tenía una voz dulce y delicada, me tranquilizaba oírla.
-Sí, soy Fernanda.- le sonreí.
Era extraño habar con ella porque era demasiado alta, y yo de por sí, soy muy bajita, hablarle era literalmente, un dolor de cuello, pero sinceramente, nuestra conversación fue interesante, me contó que mi bisabuela se llamaba "Abril" y que rara vez hablaba con alguien (Normal, tenía 98 años, me sorprende que a esa edad seguía relativamente sana.)

Aprendí un montón de cosas conversando con ella, pero tal conversación llegó a su fin al llegar a mi habitación.

-Este es tu dormitorio, es el más grande para los invitados, de hecho, antiguamente, cuando Abril era joven, esta era su habitación, espero que te guste. Si necesitas algo, estaré en la cocina.- Acto seguido, ella se alejó y se dirigió a la cocina, y yo por mi parte, abrí la puerta y entré. Wow. Era una sala amplia al igual que cama, tenía un mueble grande con espejo, perfecto para maquillarme, y otros tipos de muebles de madera hermosos, muy de la época de mis abuelitos, supondré.
Mi cama estaba rodeada por dos ventanales gigantes, y en una pared había un cuadro gigante de un señor que poco más me recordaba a Bernando O'Higgins por sus chuletas.

Admito que me encantó, al parecer, no todo este viaje a Neullén fue tan malo.

Dejé mis maletas, me cambié y escuché a Lucie llamándome para la cena. Bajé por las majestuosas escaleras del hogar, y mientras me dirigía a tal comedor, veía lo majestuosa que era el hogar. El comedor era largo, al igual que la mesa, al centro tenía un florero bonito, y esta vez, nuevamente hay un cuadro (Esta vez mucho más pequeño) del mismo tipo que está en mi habitación, entre otros mil cuadros de paisajes, personas, frutas y más. Me dio una sensación extraña de intriga, tener que ver al mismo hombre del cuadro en la habitación y ahora, al comer.
Mis padres y Lucie conversaban de lo mejor, pero Abril y yo eramos las únicas calladas, yo porque me sentía rara en esta mansión y Abril....no lo sé, supongo que por la edad.
Terminamos de comer y ya era hora de dormir, pero antes de irme a la habitación, se me ocurrió quedarme a hablar con mis bisabuela. Mis padres intentaron llevarme a la cama, pero yo insistí hablar con Abril, a la final, ellos aceptaron pero me pidieron que no hiciera nada que la pueda molestar, porque al fin y al cabo, está en una edad que ya no puede ni estresarse por una niña.

Pero nada podía detenerme.

Cuando los otros se fueron a sus respectivas habitaciones, yo me acerqué a mi bisabuela, y le dije:
-Hola, bisabueli....Soy tu bisnieta, Fer.-
-Lo sé.- dijo casi incapaz
-Quería preguntarte, ¿Quién es el señor que está en los cuadros, es tu esposo?
-Papá.-. Me respondió ella.
Estaba sorprendida, porque no me había fijado en los detalles faciales similares que tenían ambos
-¿Y cómo era papá?- Estaba interesada en él al fin y al cabo, pues si era su papá, entonces era mi tatarabuelo.
-Malo. Dejó mamá.- Dijo tartamudeando.
Me apenaban las historias que me contaban mis amigas, en las que sus papás abandonaban a sus mamás, o viceversa, es algo muy triste para los hijos esa situación, y no me imaginaba lo triste que hubiera sido para mi abuelita.

-¡Hora de los remedios!- Apareció Lucie por detrás y me vio a mí hablando con Abril.
-Oh, Fernanda, es tarde, deberías ir a dormir..- Dijo ella al percatarse de mí.
-Sí, sí, eso haré, buenas noches a ambas.- Fue lo ultimo que dije esa noche.
Mientras me dirigía a mi habitación me quedé pensando, en por qué tendría que tener un cuadro tan grande de un tipo que no lo merece en mi cuarto.
Al entrar, me le quedé mirando mientras me senté en la cama.
Con mis uñas grandes, empecé a arañar lentamente el respectivo cuadro de mi habitación, supuse que le haría un gran favor a mi bisabuela por eso, y sí, ahora, a mi edad, realmente siento que lo que hice fue infantil, pero tenía 16 recién cumplidos, era una niña, no sabía lo que hacía
Aunque, de hecho, ese es el comienzo.
Después de arañar un poco, se dejo entrever una puerta.
Había una puerta detrás del cuadro.
Una puerta que no conocía, nadie conocía.
Una puerta que abrirá otras puertas de ahora en adelante.
Una puerta que, después de un rato mirándola, me acerqué y la abrí.

Así comienza, la historia de cómo conocí la historia de mi tatarabuelo, el fundador del Neullén, y la primera habitante del lugar.

Por favor, acompañame.

O'Sullivan Mistery: La Explosión de NeullénOù les histoires vivent. Découvrez maintenant