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Maratón 6/7

|Agustín|

Algo me está pasando. 

Me siento diferente.

Soy diferente.

Estoy empezando a ser capaz de sentir otra vez, las emociones brotando de algún lugar en mis huesos.

Empieza con Caro.
Esta calidez que tengo por Caro.

Y por primera vez en un largo tiempo, me estoy sintiendo menos hostil hacia otra gente, también.  Ella está haciendo esto. Cambiándome. Debería estar alarmado, asustado. Se está llevando lejos el control por el que trabajé muy duro por mucho tiempo para perfeccionarlo; mi control sobre mí mismo.

Mis emociones. Mi frialdad.

Pero ahora me encuentro a mí mismo sonriendo ligeramente a completos extraños a modo de saludo. Mi padre llamaría a esto debilidad. Él diría que todo lo que significa es que puedo ser herido. Y que si yo puedo serlo, voy a serlo.

Estoy empezando a pensar que eso posiblemente es una mierda.  Sin embargo, no es una cosa fácil de dejar de lado, no todo junto, y no a la vez. Sé que todavía estoy en su mayoría helado. Pero partes de mí se están derritiendo. Si dejo que esto siga pasando, tal vez seré humano de nuevo. 

Tal vez soy capaz de volver a sentirme vivo de nuevo. Caro está extendida a mi lado, desnuda, las sábanas arrojadas fuera de ella en el calor de Florida.

Ella es tan hermosa. 

La suave curva de su cadera, sus pálidos y llenos pechos, la expresión que lleva cuando duerme… como si nunca hubiera sido tocada por algo malo. Quiero mantenerla siempre de esa manera. 

Amor.

Una palabra tan desconocida para mí. Extraño pensar que tal vez es eso.  Si soy honesto conmigo mismo, “tal vez” no tiene nada que ver con esto. Caro se agita como si supiera que yo estaba pensando en ella, acomodándose al lado de mis brazos antes de parpadear despierta.

—Buenos días —dice perezosamente.  Estoy asustado de que si la toco se desvanecerá. Se desintegrará en la nada. Sólo otro fantasma conjurado por mis pesadillas. Pero la toco de todas formas, y ella permanece real. 

—Buenos días —digo en su cabello.

Ella se inclina hacia atrás y me sonríe. —¿Sabías que estoy feliz de que finalmente decidiste parar de alejarme?

—Tengo ataques de idiotez. No niego eso. 

—Sí, si lo haces. —Ella sonríe malignamente.—Crees que eres más inteligente que todos en esta universidad.

—Dije que soy propenso a ataques de la idiotez. La mayoría de las personas aquí son propensas a una vida de ella.—Ella suelta una risita.

—Y eso es exactamente lo que mis profesores van a pensar si me pierdo otra clase. Razón por la cual me tengo que ir.

Ella se incorpora, las sábanas cayendo de sus delgados hombros.

Solo la vista de su piel me hace endurecer.  Ella se da cuenta. Y me da palmaditas en el hombro.

—Voy a tener que hacer algo al respecto tan pronto como el señor Langley termine de zumbar sobre las funciones biológicas. 

Bostezo, inclinando mi barbilla hacia abajo. —Esta es una función biológica que espero nadie nunca zumbe sobre ella.

—Solo delirar sobre ella.

Y con eso, se va, y con ella esa ligereza en mi pecho que acompaña su presencia.  Y recuerdo quien soy. Cuan poco la merezco.  Cuan poco me importa. 

Torrencial |Aguslina|✔|Adaptada|Where stories live. Discover now