Capitulo 20

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Jesus Oviedo.
Miercoles 6 de Octubre. 5.00pm.
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Observamos la joyeria desde el coche comprobando horarios y momentos más transitados.
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-Es una lugar complicado. -dice serio.
-Lose hermano. -anoto en un cuaderno.
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Él toca mi hombro captando mi atención, alzo la vista y veo como ellas entran en la joyería.
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-Voy a bajar. -digo saliendo.
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Daniel me repite, me acerco un poco intentando escuchar hasta que comienzan a gritar.
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-¿Para eso quereis que venga? Para decirme lo estupida que soy. -grita Nahid.
-Da vergüenza tenerte como hija. -dice la mujer.
-Pero no solo a ella. -dice el padre.
-Venga genial. -grita la mayor de las Sellers.
-¿Acaso sabeis la vergüenza que da que todos vengan a decir lo putas que son mis hijas? -grita el hombre.
-Eso os importa, lo que digan, como nos sintamos jamás os importó. -grita Nahid.
-Deja de alzar la voz. -dice su madre.
-Me encantaría que todo es mundo sepa lo mala madre que eres, yo tuve que hacerle de madre a Nahid, jamás habeis estado en casa. -grita Alison.
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La hermosa dama de cabello morado sale corriendo del local, un impulso me obliga a seguirla hasta alcanzarla. Agarro su brazo tirando de este, choca en mi pecho y se aparta un poco secando sus lagrimas.
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-¿Qué haces aquí? -dice seria pero con la voz rota.
-¿Necesitas ayuda? -pregunto.
-Si quieres follar hoy no es mi día. -dice girandose.
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La pego a mí, uno sus labios a los mios haciendo que su mano toque mi mejilla suavemente y mis robustos brazos rodeen su figura.
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Daniel Oviedo.
Me siento a su lado bajo el árbol donde llora, me mira con sus exóticos ojos azules ahora rojizos y saco un par de cigarrillos.
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-Gracias. -agarra el que le ofrezco.
-Haz lo que quieras, tus padres no deben meterse en tu vida. -me mira desconcertada.
-¿Has escuchado? -dice avergonzada.
-Estaba pasando y escuché. -digo expulsando el humo.
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Seco con mi pulgar una de sus lágrimas, ella sonrie y lleva de nuevo el cigarro a sus labios.
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-Además, si tus padres supieran la fiera que eres follando y lo sexy que estan gimiendo cerrarían el pico. -digo tocando sus labios.
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Su mano se acerca a mi mejilla pero frena en seco al recordar mis palabras, perfecto Sellers.
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-Quiero que me beses. -murmura.
-Así que no repetirás conmigo. -bromeo.
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Ella rie, besos su labios mezclando nuestros alientos manchados por el tabaco, mi mano izquierda presiona su ingle excitandola levemente. Su lengua entra en mis labios, choca con la mia y muerdo fuertemente su grueso labio. ¿Por qué no soporto estar lejos de esta mujer? No, Daniel Oviedo jamás se enamora, tal y como esas mujeres me gritaron tanto durante tantos años...

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